l Tropezando con melones - Blog de David Torres: A cala y a prueba

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sábado, 22 de marzo de 2008

A cala y a prueba


En el verano de 1967, con apenas unos meses de vida, tropecé con un objeto compacto y amarillo que parecía caído del cielo.



Yo no lo sabía pero eso que mis manos agarraban con el ansia de un talonador de rugby era un melón. Es decir, una réplica más o menos ovoide de mi cabeza, la materialización fáctica de una idea en el mundo de los objetos reales. Porque, a diferencia de las naranjas, las manzanas o las fresas, los melones son muy suyos. Nunca se sabe lo que están pensando, siempre ocultan cosas. Aquel temprano contacto iba a marcar una constante en mi vida. Por debajo, o por encima, de mis otras ocupaciones (estudiante, cobrador de recibos, plantador de tronquitos del Brasil, vendedor de enciclopedias a domicilio, ginecólogo aficionado, librero, etc.) siempre me acompañaría el aura del descubridor de melones.

Y melones me los iría tropezando de todas las clases, de todas las formas y tamaños. Melones sexuales y melones literarios. Melones musicales y melones humanos. Melones que escondían inesperados oasis de frescor y azúcar en su interior, y prometedores melones como calvas de catedrático que a la postre resultaban pepinos. Novias que supieron dulce hasta el último beso y amigos del alma que, al cabo de los años, ocultaban en sus entrañas un auténtico hijo de puta. La vida es a cala y a prueba, pero nunca se sabe qué nos deparará el siguiente mordisco. Hay películas que empiezan muy bien pero se desinflan a los diez minutos. Hay puros que vienen precedidos por el aura de su vitola y se resuelven en un petardo, en un gatillazo de humo. Y también hay libros cuyos comienzos son romos y desesperantes pero uno continúa su lectura animado por la ingenua e inquebrantable fe de que las cosas mejorarán. Las primeras páginas de Faulkner muchas veces no ofrecen más que una caminata áspera por un roquedal pelado, pero hay que seguir adelante, hundir el cuchillo.
El primer melón me lo encontré en una playa andaluza, un día de verano. El último lo veo cada mañana al enfrentarme al espejo. ¿Qué me dirá ese tipo hoy? ¿Qué inesperados regalos, qué decepciones, qué frescas dentelladas me tendrá reservado el día?

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12 Comments:

Anonymous Anónimo said...

La vida es un contínuo catar de melones e incluso un perderse por el melonar arriba hasta donde se acaba la cuesta.
De todas formas, viendo la foto, yo creo que más que melón es un trozo de la bomba de Palomares, de ahí tu caracter radioactivo. Obélix se cayó en la marmita de la pócima mágica y Torres tocó el melón amarillo de la CIA.

Rafa Mtez-Simancas

24 de marzo de 2008, 21:00  
Anonymous Anónimo said...

Que si ves que necesitas información complementaria sobre melones pregúntame, que de eso sé yo un rato :-)

Lucía

25 de marzo de 2008, 10:24  
Blogger azuldeblasto said...

Los mejores melones de Mallorca se cultivan en Vilafranca.

Gracias por abrir un blog, te seguiré la pista desde la isla del mar en ruinas...

Por cierto: tu libro me gustó muchísimo.

Paz.

25 de marzo de 2008, 16:00  
Anonymous Anónimo said...

Espero, amigo, que no te zamparas ese melón de la foto. Demasiado amarillo. ¿Estás seguro de que era un melón? Ahora entiendo tú afición por las causas difíciles y los excesos gastronómicos. En todo caso, bien llegado a este nuevo menester de hortelano y que el melonar se te conserve limpio de mala hierba.
Ricardo Corazón de Melón

25 de marzo de 2008, 20:03  
Blogger David Torres said...

Amigo Rafa, tú sí que sabes de melones. Gracias por inaugurar el blog.

Lucía, juegas con ventaja y lo sabes. Un beso fuerte.

Gracias, Paz, por abrir otra sucursal mallorquina.

Ricardo, no adivino exactamente quién se esconde detrás de tan real pseudónimo pero bienvenido.

26 de marzo de 2008, 10:01  
Blogger Sinblancaporelmundo said...

Hola. Soy tu primer visitante londinense.

26 de marzo de 2008, 10:56  
Blogger Sinblancaporelmundo said...

Vengo aquí desde la bitácora de Pandemonio que nos prometía una foto tuya en bañador.

¡Protesto! ¿Dónde está?

26 de marzo de 2008, 10:59  
Blogger Jesús Urceloy said...

Nos tiraste un melón y tan amargo,
con una mano henchida de escritura
que no quedó ni pipa en la basura
ni corteza amarilla. Me hago cargo.

Pero al ver esa foto, que es de embargo,
no distingo el melón, sí la textura
del melonado hecho, qué aventura
para el cerebro, aunque haya visto Fargo,

(de los hermanos Coen)Y ese puro
con que te asombras agrouchado borre
naciones, mundos, con certeros trazos.

Seas David, quien con humor seguro
como el cachondo astuto que en su torre
atrincherado arroja melonazos.

26 de marzo de 2008, 17:01  
Anonymous Anónimo said...

Hay que joderse cómo nos echa a perder el tiempo.
Díganos la verdad, señor Torres... ¿Qué hizo con ese niño encantador? ¿Qué oscuras artes lo transformaron en lo que es?
¿Y con el melón? ¿Qué hizo con el melón?
Fdo: Jacobo Estuario, casi rey de Inglaterra

26 de marzo de 2008, 17:08  
Blogger David Torres said...

Sinblanca, la foto con el bañador está justo detrás del melón.

Urce, amigo del alma, el soneto te lo copio tal cual y le cuelgo un post pero ya.

Jacobo, yo también lo quiero. El melón, digo.

26 de marzo de 2008, 17:44  
Anonymous Anónimo said...

Usted me cambió por un puro y me dejó tirado en la playa como a una Olivia Newton-John cualquiera.
¿Fue acaso por mi color amarillo?
¿O le enojaba nuestro evidente parecido formal?
Responda, canalla
El melón

26 de marzo de 2008, 18:22  
Blogger H.Wells y X.Bea-Murguía said...

Vas a tener que poner la foto en bañador, bandido.

Javier

26 de marzo de 2008, 19:15  

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