La muerte os sienta tan bien

No queremos saber nada de los moribundos, ni del último tránsito, ni visitamos a menudo los cementerios, pero nuestros cines están repletos de películas con docenas de asesinatos por minuto. Igual que cuando hay un accidente con los cuerpos destrozados y la poli dice 'no miren', hacemos lo posible para taparnos los ojos ante la visión del cadáver y al tiempo entreabrimos los dedos para echar un vistazo. Prohibimos a nuestros hijos que vean una limpia y decente peli porno cuando están más que acostumbrados a ver en la tele toda clase de decapitaciones, degollinas y escopetazos. Pero el sexo nos asusta mucho más que la tumba. Les negamos el eros con una mano mientras con la otra les damos una buena ración de tanathos.
El otro día medio mundo se echó las manos a la cabeza ante la imagen de esos bañistas que tomaban el sol tranquilamente en una playa italiana mientras ahí al lado, debajo de unas mantas, se enfriaban los cuerpos de dos niñas gitanas. El adjetivo echa más leña al fuego (sobre todo después de los exabruptos racistas de Berlusconi) pero hubiese dado lo mismo que hubiesen sido dos jóvenes alemanes o dos señoras inglesas. La insolencia veraniega de esos bañistas que continuaban chupando impertérritos su ración de bronceado parecía sacada de un fresco medieval, un cuadro de Brueghel o de El Bosco. Ni la menor lástima por ese par de congéneres que acababan de cruzar la frontera. Ni siquiera el ademán de santiguarse, ese gesto tan feo y obsoleto.
En Milán han inaugurado un parque de atracciones donde, por sólo un euro, uno puede asistir a la ejecución en la silla eléctrica de un muñeco de extraordinario realismo, un monigote perfecto que se convulsiona y agoniza mientras la gente se descojona viva. El negociante la importó de Estados Unidos, donde estas cosas tienen mucho predicamento. Aquí en Europa la última vez que la Muerte se echó a cabalgar con dignidad fue en una novela en Venecia y en una película de Bergman donde jugaba al ajedrez con un caballero. Ahora la Muerte hace reír a los niños en las ferias y toma el sol en las playas.
Nos estamos ganando a pulso una Edad Media.
(Publicado originalmente en El Mundo el jueves 24 de julio de 2008)
Etiquetas: Bergman, Brueghel, david torres, El Bosco, Freud, muerte
18 Comments:
Ojalá la Edad Media. Pero nos hemos ganado ya la Edad de la Alizanza de las diferentes Civilizaciones. Qué miedo, ¿no?
Dodot.
Tiene razón, Sir David de las Torres en Lontananza, estamos ya en el umbral de una nueva Edad Media. Los bárbaros no están en los confines del imperio, los bárbaros somos ya nosotros. Y en breve tendremos una nueva cruzada para conquistar los Santos Lugares, no los que albergan la vera cruz o el Grial, sino el petróleo que constituye nuestra mayor seña de identidad como civilización.
Lo malo, buen David, es que en esta ocasión no habrá caballeros andantes que nos hagan soñar con un mundo más justo y en el que el honor sea algo más que una palabra caduca y rancia.
La muerte debe de tener algún hilito invisible que la une al sexo. Sino que les pregunten a los médicos y enfermeras de guardia…
A mí, que estar entre enfermos provoque ganas de echar un polvo me parece razonable. Sano. Y más si son enfermos moribundos. Me inquietan más combinaciones como la muerte y la indiferencia. O la muerte y la risa, (no aguanto a Tarantino, mientras el cine se descojona yo estoy pensando uy, eso debe de doler…)
Leo sus Niños de tiza.
Como decia Pessoa ( siento ponerme estupenda)
"Todos nós sabemos que morremos; todos nós sentimos que não morreremos".
Pero es que ademas, en la muerte no podemos pensar. Si lo hago ( a veces lo hago) me zumban los oidos y me siento enferma y quiero abrir la ventana y respirar. No aguanto ni los latidos de mi corazon.
No creo por tanto que sepamos nada sobre la muerte. Ni que queramos saber nada. Pero no es culpa nuestra, es culpa de alguien que no queramos pensar?
Emma, sabemos lo más importante sobre la muerte: que de ella nadie se libra y la tenemos al lado siempre, aunque no queramos pensar en ella.
No es así siempre.A muchos no nos importa nada pensar en la muerte,y tampoco es tan angustioso (y eso que jamás me han entrado ganas de suicidarme...igual es por eso).Me encanta ir al cementerio soleado de mi pueblo, pero es que es preciosérrimo: blanco de cal y verdísimo de ciprés.Como desde pequeña he ido, ya es una costumbre cuando cojo la bici pasar un ratico por allá y acordarme de los míos(jojo,parezco Lolita)y canturrear(si no hay moros en la costa)... y sin tener nada que ver con dioses y demás chorradas,¿eh? que lo que hay después de la muerte es la nada. Segura estoy,como el sirviente de Max von Sydow.
Pero claro,ahora se dedican a hacer cementerios feos y es normal que no apetezca.
¡Ah! Tarantino es la ful de Estambul.
¿Está demostrado que el estar entre enfermos y más si son moribundos, provoca el deseo de echar un polvo?
Dodot.
Científicamente demostrado, como que las corbatas limpias atraen a la sopa, que en cuanto un cuerpo se sumerge en agua suena el teléfono o que siempre, siempre sobrará algún tornillo o tuerca cuando se monta un mueble de Ikea (más si pone de fácil montaje).
"Diferentes en la vida, los hombres son semejantes en la muerte"
Lao Tse
Dodot, a mí me da más miedo la Edad Media.
Nostromo, tiene toda la razón, anda que no lo hemos hablado veces.
Bárbara, en efecto, nos reproducimos porque nos morimos: nos morimos porque nos reproducimos. Ésa es la hélice. Sobre la unión intrínseca entre el sexo y el hospital, el pobre Bolaño escribió algunas páginas extraordinarias.
Emma, acabo de volver de Lisboa y Vd. me cita a Pessoa. Me siento como en casa.
Anónimo Lolita, totalmente en desacuerdo con Vd., salvo en lo de Tarantino, que desde Reservoir Dogs no ha hecho más que el gilipollas. No se puede caer más alto.
Tio Zebulón, probablemente los chinos ya lo habían pensado todo.
Lo del sexo y y el personal hospitalario, sin negar que exista en determinada proporción -en todas partes hay salidos, oiga. Hasta en los seminarios. Bueno, sobre todo en los seminarios-, es como la nocilla, el perro, la niña y Ricky Martin: puro mito. Un pour desirer más que un pour faire. Lo digo con pleno conocimiento de causa.
Lo que si "pone" de verdad es el uniforme de enfermera. A poder ser, con cofia, falda, liguero y medias blancas de rejilla, por favor. El imaginario sexual es lo que tiene.
Abrazos,
Pedro de Paz
Pedro, no sé si existen datos estadísticos al respecto, ¿le gusta suministrarle una inyección de carne a la enfermera rubia mientras repasa los expedientes de los enfermos? ¿en las guardias prefiere las orgías de tres, cuatro o cinco personas?...
No. Era sólo la constatación de que cuando nos enfrentamos a la muerte de forma palmaria (nunca mejor dicho), y no hace falta ser sanitario, nos dejamos de chorradas y nos da por vivir con más intensidad. Y ese vivir con más intensidad incluye hacer guarrerías. Sólo eso.
Barbara, no sé si existen estadisticas en las que todo el mundo mentiría, como suele ocurrir en toda estadistica que se precie. El conocimiento de causa no es directamente personal. Es por convivir con una persona que lleva quince años dedicada a la enfermería. Y puterío, lo hay. Vaya si lo hay. Pero es más la fama que la lana.
Respecto a la otra vertiente, la del sanitario "pasivo" (joer, que obscenos nos hemos levantado hoy), es decir, el que sufre la sanidad, entiendo perfectamente la perspectiva. Es la racionalización del popular aforismo "a follar, a follar, que el mundo se va a acabar". Es un pensamiento elemental, primario, de lo más simple. Lo que ocurre es que, en muchas ocasiones y en esas circunstancias, no tiene uno el culo para ruidos. Por mucho que se desee.
Por lo que, por un lado u otro, va a ser como que el tema da bastante menos de sí de lo que dicen.
Abrazos,
Pedro de Paz
berlusconi, gran desgracia que el pueblo...ama
se teoriza desde hace algún tiempo la instauración de un neo-feudalismo en los nuevos modelos de producción industrial postfordistas (no por casualidad, de inspiración japonesa, al menos una buena parte de ellos)
leí el libro "bellas y bestias" (la estrella polar, sloper); tengo que decir que la prosa es muy buena (no se moleste, pero también tengo que decirle que usted tiene muy malos modales; me refiero a una bronca absurda que usted se empeñó en mantener con un cretino que consiguió provocarle con demasiada facilidad en el blog de r. reig); leí, asimismo, su disculpa, cosa que le honra, pero igual, ¿no le parece que discutir así es inútil?
suerte,
pablo miravet
Pues yo me comí ayer unos percebes que estaban de muerte...
Desde Galicia, con la boca llena
Javier
"...Pues yo me comí ayer unos percebes que estaban de muerte..."
Mamón.
Pablo, sí a todo, tengo buena prosa y malos modales. No fue una discusión sino un intercambio de insultos. Me dejé llevar por mi sangre barriobajera.
Javier, vale por los percebes. El miercoles he quedado a comer y a fumar con Rafa Martínez Simancas y Jesús Llano, para celebrar que ha recobrado la vista. Para que te chinches.
Aunque descreo de la semiótica a estas alturas, ya Omar Calabrese hablaba en los años noventa del siglo XX de la Edad Neobarroca, en la que la tecnología y las "bajas pasiones" estaban intrínsecamente unidas. Y eso, antes de que loa aviones mesiánicos se incrustaran contra los rascacielos. Lo de follar y el futuro... ¿no se dan ustedes cuenta de que la gente no hace más que tener hijos? ¡Qué mayor síntoma del pánico al presente y al futuro!
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