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jueves, 28 de agosto de 2008

Antonio Tabucchi: Requiem

Leí este libro hace ya casi una década y volví a llevarlo en la maleta en un reciente viaje a Lisboa. Es curioso comprobar cómo ciertos libros pierden con los años. Me ha pasado con Goytisolo, Carlos Fuentes o Benet, escritores que fueron de cabecera y a quienes ahora releo con el mismo disgusto melancólico de estar masticando un polvorón revenido. El sabor, el placer, están allí al fondo del papel, pero lo que queda en la boca sólo son mazacotes de palabras.



Tabucchi, en cambio, se mantiene joven por la misma ley de esas mujeres guapas que han impuesto un estilo de belleza y que, cumplidos los cuarenta, brillan entre una impaciente turba de imitadoras. El italiano practica una literatura de sustracción, de encantamiento bañado de leve exotismo, lo que quiere decir que, en mi caso, juega con todos los ases en contra y aun así casi siempre me puede. Sobre todo en sus novelas cortas, más que en sus relatos. Murakami, Baricco o Auster sueñan con escribir algún día un libro como Nocturno hindú o como Requiem, pero para mí está claro que no lo van a conseguir.

Este libro tenía todas las bazas para no entrar jamás en mis estanterías. Un protagonista escritor un poquito pedante, una ciudad poblada de fantasmas, un gran poeta que emerge de la niebla en las últimas páginas para una cita postmortem anunciada en las primeras. En esta arriesgada partida de póquer, Tabucchi empieza enseñando todas las cartas y como si el título no fuera lo bastante honesto, lo subraya con el subtítulo: Una alucinación.

Y en eso consiste el libro, en una larga, febril y fecunda alucinación de un escritor de mediana edad que se aparece un ardiente mediodía de agosto en el puerto de Lisboa para acudir a una misteriosa cita con un poeta que no se nombra pero que no puede ser otro que Fernando Pessoa. Los escenarios cambian, pasan bruscamente del cementerio a la casa de un amigo muerto, de un restaurante casero a la fresca habitación de un prostíbulo donde el protagonista echa una siesta, de una casa demolida del pasado a un salón de billar. Los encuentros -todos casuales, todos decisivos- se presentan uno tras otro como en un juego de magia, pero con tanta naturalidad que es imposible descubrir el truco.

Quizá porque el truco es que aquí no hay trucos. No hay aquí ñoñeces ni juego borgianos, sino la honestidad de un narrador que se mantiene en vilo en esa sutil línea de equilibrio entre lo que debe decir y lo que debe callar. La cita con el amor de su vida, que se anuncia a lo largo de toda la novela, y que luego corre tras la cortina de una elegante elipsis. La cita con Pessoa, en la que acaban hablando, más que nada, de comida. La cita con el padre muerto -quizá el capítulo más tremendo y emocionante del libro- que entra en plena juventud en medio de la siesta del hijo y le pregunta cómo va a morir.

Resulta curioso que un libro tan fantasmal, tan metafísico, esté repleto de arriba abajo de comilonas fastuosas y farragosas recetas de cocina portuguesa. Como si el narrador necesitara el lastre del estómago para que los personajes no se le escaparan volando, como si este libro fuese una fabulita japonesa o una trilogía neoyorquina, en lugar de un descenso al infierno.

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19 Comments:

Blogger Nostromo said...

Buen amigo, muchas veces el devenir diario se convierte en un andar en la niebla y uno se pregunta si son los otros los fantasmas. La alternativa es peor, más plausible, pues es sabido que los fantasmas asimilan la vida ajena hasta creerla propia.

Me acordé de usted esta semana, durante la presentación del nuevo libro de Benedetti, "Testigo de uno mismo", en Montevideo. En esa presentación se leyeron algunos de los nuevos poemas del maestro uruguayo, pero él no estaba. Dado su delicado estado de salud, sólo se ofreció un video en el que declamaba, con voz muy trémula, gris, el poema "Llave Dos". En su ausencia Benedetti fue también un fantasma.
Un abrazo desde esta ciudad que huele a crisantemos.

28 de agosto de 2008, 21:37  
Blogger Emmaskarada said...

" La Cabeza Perdida de Damasceno Monteiro" de Tabucci tambien, lo lei mientras vivia en Oporto, donde la accion transcurre y nunca lo olvidare, el olor de las tripas a moda de Porto en los restaurante, a rua de las flores, el rio Duero cenagoso y verde, donde la cabeza de Damasceno salio a flote. Lo devore y le adore para siempre.

28 de agosto de 2008, 22:43  
Blogger Fanfatal said...

Tienes un premio brillante en mi blog.Espero que te guste.

29 de agosto de 2008, 3:37  
Anonymous Anónimo said...

Yo también prefiero al Tabucchi de sus relatos más largos. Por ejemplo, el de los dos títulos que citas o el de "La cabeza perdida..." o el de "Sostiene...".
A mí lo que me disgusta de Murakami y de Baricco es que me parecen prestigiditadores no muy buenos. Cuando acabas uno de sus libros, te sientes como si te hubieran engañado, como si al final hubieras descubierto algo sospechoso en las entretelas: algún mecanismo del truco. Con Auster me pasa también con sus últimos libros, aunque no lo hacía con algunos más antiguos como "El palacio..." o "Leviatán".

A la mujer de Tabucchi le encanta comer, igual por eso sale tanto el tema de las comidas en sus libros.

29 de agosto de 2008, 8:25  
Blogger Studio Duermevela said...

¿Algún otro libro ambientado en Lisboa que puedas recomendar?
Viajaremos allí en unas semanas y nos gustaría leer la ciudad antes de pisarla.
Enhorabuena por el blog y gracias por Niños de tiza (y los otros).

29 de agosto de 2008, 8:49  
Anonymous Anónimo said...

Un librito de Tabucchi imprescindible para quienes amen Lisboa y a Pessoa es "Los últimos tres días de Fernando Pessoa". También recomiendo, para los que sepan leer catalán, el poemario "Pessoanes"(Quaderns Crema) de mi buen amigo Ponç Pons, un libro magnífico donde el poeta conversa íntimamente con Pessoa.
Diego Prado.

29 de agosto de 2008, 11:02  
Anonymous Anónimo said...

Coincido con Diego Prado. El libro de Ponç Pons es delicioso, si alguien tiene la suerte de poder leerlo. Es uno de esos títulos que uno no se cansa de releer, a ratos. Está en la valenciana Ed. Bromera.

29 de agosto de 2008, 11:17  
Blogger Nostromo said...

Ya que estamos, recomiendo "Tren nocturno a Lisboa", de Pascal Mercier. Excelente y con el tema de la escritura y de un escritor evanescente de por medio.

29 de agosto de 2008, 12:25  
Blogger David Torres said...

Un saludo, Nostromo. Qué lástima que ya no pueda ir a Montevideo.

Emma, Tabucchi es grande. Si no ha leído NOCTURNO HINDÚ, no sabe lo que se pierde.

Fan Fatal, gracias, pasaré a recogerlo.

Dan, comparto plenamente ese sentimiento de estafa. Me encantó un libro de Baricco, uno llamado CITY, pero SEDA me pareció el libreto de una ópera de Puccini sólo que sin Puccini. Mi novela favorita de Auster es LA MÚSICA DEL AZAR. En las demás me da la impresión de que siempre pega gatillazo. Murakami me parece un chiste.

Duermevela, el libro lisboeta por excelencia es EL LIBRO DEL DESASOSIEGO, de Pessoa. Si puede Vd. con su melancolía irreversible. También EL AÑO DE LA MUERTE DE RICARDO REIS, de Saramago.

Diego, no conozco esos libros que citas y ya lo siento.

29 de agosto de 2008, 18:05  
Anonymous Anónimo said...

Otros buenos libros ambientados en Lisboa o, incluso más interesante, buenos reflejos del carácter portugués, son "Gente feliz con lágrimas" de João de Melo, "Ecuador" de Miguel Sousa Tavares, de los que hay traducciones al castellano.

En fin, ya se sabe, sobre gustos... también recomendaría el "Todos los nombres" de Saramago o el "Balada de la playa de los perros" de Cardoso Pires.

Y si os gusta la poesía, hay unos poemas de Sophia de Mello Andressen muy bonitos.

Pero a la altura de Pessoa está, no hay que olvidarse, Eça de Queirós, hay multitud de ediciones de sus cuentos, por no hablar de "Los Maia", "El primo Basilio" o "El crimen del padre Amaro", magníficas novelas todas.

Un saludo,
Enrique Mulet

29 de agosto de 2008, 19:59  
Anonymous Anónimo said...

Dan: gracias por corregir mi lapsus. En efecto, el libro de Pons -que es un gran conocedor de literatura lusa- salió en Bromera. Existe una antología de su poesía en castellano editada por Calambur, aunque la traducción no es muy buena. Ponç Pons, lo digo de paso, es un grandísimo poeta (aún por descubrir fuera del ámbito catalán, pese a haber sido traduccido a un montón de lenguas) y un hombre generoso y modesto.
Puestos a convertir estas entradas en recomendaciones de libros con sabor portugués, recomiendo una rareza que ahora se puede encontrar en la Editorial Menoscuarto. Se trata de la única novela que escribió el amigo íntimo de Pessoa, Mario de Sa Carneiro. Una novela extraña, llena de evocaciones, teñida de misterio y alucinación. Un digno antecedente de "El Túnel" de Sábato.
Y ya puestos, recomendar las "Odas de Ricardo Reis" de Pessoa, un viaje al corazón de la contradicción humana. Poesía de muchos quilates.
Saludos.
D. Prado
Saludos.

30 de agosto de 2008, 12:14  
Anonymous Anónimo said...

Otro lapsus, vaya: la novelita de Sa Carneiro se titula "La confesión de Lucio".
D.P.

30 de agosto de 2008, 12:19  
Anonymous Anónimo said...

Gracias por todas estas recomendaciones. Conocía algunas pero me dejo apuntadas unas cuantas lecturas interesantes.
Me ha gustado el título de “Gente feliz con lágrimas” parece que da en el clavo del carácter portugués, aunque realmente tampoco lo conozco tanto como para decir. Me pregunto cuál sería el equivalente del carácter español, igual algo así como Gente entre el cabreo permanente y la risa fácil, ninguno justificado y ambos aplicados a destiempo, no sé.
A pesar de la cercanía no empecé a conocer Portugal hasta hace poco, tres cuatro años, y quedé entusiasmada. He estado volviendo casi cada año a distintas partes y rara vez decepcionada. Sin embargo sí me sorprendió Oporto, básicamente por resultarme incomprensible a qué se dedicaba el alcalde de esa ciudad y a qué dedicaba el dinero: la basura se acumulaba por las esquinas, las singulares fachadas se caían literalmente a trozos, y en suma en vez de resaltar su encanto sólo conseguía sacarle su tono ya de por sí plomizo, que parecía que ni todo el vino dulce del otro lado del río podría alegrar la pequeña ciudad. De tener un circo ambulante o una verbena de camión, ahí yo no haría ni escala, que no sacamos ni dos duros ni dos carcajadas, se me desmotiva el personal y ya se sabe como acaba eso, que se lo digan a Ángel Cristo.
Carlota

31 de agosto de 2008, 13:27  
Blogger Nostromo said...

David, espero que aún haya tiempo para que se dé una vuelta por Montevideo. Esta ciudad se parece en su melancolía a Lisboa, con un río mar que lame sus pies y casas novecentistas que le da un aire de mausoleo. Pero se respira bien, sobre todo en la primavera, que ahora llega. Y tiene sus propios bardos para cantarla, como Onetti o el propio Benedetti, más alguna que otra cosilla de Borges. Es él quien decía que Montevideo es la "ciudad que se oye como un verso/ calles con luz de patio".
Un abrazo

1 de septiembre de 2008, 13:14  
Blogger Loren said...

David, ¿ha visto la película de Tanner? Está muy bien. Creo que me gusta más En la ciudad blanca, pero buyeno.
De Tabuchi sólo he leido Sostiene Pereira y me gustó bastante.
Por cierto, no vuelva a comparar a Auster con Murakami o -¡por Dios!- con Barrico. Auster tiene un puñado de novelas muy buenas. Murakami reconozco que está bastante sobrevalorado (o, por lo menos, no termino de cogerle la gracia) y de Barrico ni hablo.

Un abrazo.

1 de septiembre de 2008, 17:00  
Anonymous Anónimo said...

Para los "fans" de Tabucci, recomendar la siguiente referencia:

Carlos Gumpert, Conversaciones con Antonio Tabucci, Editorial Anagrama

Gumpert es a la sazón el traductor de referencia de Tabucci en España.

2 de septiembre de 2008, 19:08  
Anonymous Anónimo said...

Auster es un soberbio pesado. Lo único que me gusta verdaderamente de este señor es la película Smoke, posiblemente también por las actuaciones de Harvey Keitel y Forest Whitaker y la dirección de Wang.

De todos modos esto de escribir tanto sobre libros se me hace tautológico. Hablemos de algo serio ¿sexo?

2 de septiembre de 2008, 19:16  
Anonymous Anónimo said...

Llego a tu blog a través de nata. Y me quedo.
Un abrazo

2 de septiembre de 2008, 19:37  
Blogger David Torres said...

Una hecatombe en el ordenador me ha tenido separado de Vds. estos días. Lamento esta breve ausencia, cuando esta fría máquina se ha convertido ya en un apéndice de mí mismo.

Gracias, Enrique, Terminator y Diego, por sus recomendaciones.

Loren, comparto la opinión de Caracola: Auster es un soberano coñazo. No conozco escritor más sobrevalorado. Seguro que le dan el premio Nobel cualquier día de estos. Lo mejor que ha hecho, con diferencia, es el guión de Smoke, que huele a John Irving que tira de espaldas.

Oyana, bienvenida.

Nostromo: ganas tengo de cambiar de aires. No sé si malos o buenos.

4 de septiembre de 2008, 1:31  

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