l Tropezando con melones - Blog de David Torres: Falsificaciones

David Torres, escritor, guionista y columnista

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miércoles, 18 de junio de 2008

Falsificaciones

Uno de los mayores y más rentables fraudes de la actualidad consiste en la falsificación de objetos de marca. Los chinos son líderes mundiales del mercado. Por poco menos de mil euros, su señora puede pasear con un clon casi indistinguible del mismo bolso que pasea Carla Bruni por las pasarelas de la fama. Por cien o doscientos euros, uno puede adquirir una imitación casi perfecta de un reloj de lujo cuyo precio, en realidad, es de cinco o seis mil euros. Hace poco, en un bar, un vendedor ambulante me ofreció uno y lo pagué religiosamente con billetes del Monopoly.






Hoy en día es difícil distinguir la realidad de una copia barata. El año pasado descubrí que uno de mis mejores amigos, uno de esos grandes y viejos camaradas que me acompañan desde hace más de una década por los vaivenes de la vida, era más falso que un euro turco. Nada puede garantizarnos la procedencia del Rolex que cuelga de la muñeca de ese tipo de la inmobiliaria que va a estafarnos con un piso, sobre todo teniendo en cuenta que una garantía o un título de propiedad es mucho más sencillo de copiar que un complejo mecanismo de relojería. Probablemente ni siquiera la estafa sea auténtica. Para evitar este tipo de disgustos quizá lo mejor sea actuar como si todo a nuestro alrededor fuese made in China, incluidos nosotros mismos.

Siempre habíamos sospechado que las Baleares no eran unas islas de verdad, sino sólo un archipiélago de pega. En verano, la hermosa Ibiza revela su condición de vistoso decorado de exteriores. Como en un cortometraje de road movie en el desierto de Nevada o en el pasaje de una novela de Agustín Fernández-Mallo, Ibiza existe sólo para que esa pobre gente que sale de las catacumbas de alcohol y decibelios tenga un mar de papel de plata al fondo de las gafas de sol, unas cuantas rocas y pinos que contemplar en el trayecto que va de la discoteca al aeropuerto.

En cuanto a Mallorca, su condición de irrealidad, de escenario de película, la pregonan a los cuatro vientos esos carteles pagados del bolsillo de los contribuyentes que suplican que la gente hable el idioma de la tierra en lugar del alemán. Mallorca está plagada de falsificaciones, desde camisetas de fútbol hasta hipotecas quiméricas. En Escocia venden castillos con fantasma incluido pero Climent Garau ha perfeccionado la técnica del timo inmobiliario hasta el punto de vender únicamente el fantasma. Ni siquiera en la letra pequeña venían unas instrucciones para armar una casa prefabricada.

Por encima de la ensaimada y la sobrasada (productos autóctonos que, ante la imparable demanda internacional, ya se importan del extranjero) el ladrillo es el verdadero emblema nacional mallorquín. Pero resulta que aquí incluso el cemento es falso. No es de extrañar que Carlos Delgado haya impugnado el Congreso Regional del PP tras descubrir que muchos compromisarios sólo eran maniquíes de escaparate y muñecas hinchables.




(Publicado originalmente en El Mundo-El Dia de Baleares el lunes 16 de junio de 2008)

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7 Comments:

Blogger Nostromo said...

Querido David, pese a todo siempre nos quedará Deya y la inmortal presencia que en esos montes dejó el gran Robert Graves.

18 de junio de 2008, 16:20  
Anonymous Anónimo said...

Vamos, que Baleares es un archipiélago hinchable. Siempre será mejor que ser, como algunos pretenden, un archipiélago gulag. Yo me moría de ganas de ir a Formentera de vacaciones y no he podido, aparte de por algún accidente doméstico, por el precio... ¡Menos mal que no me decidí ahora que sé que la isla es de cartón-piedra!

Un abrazo (pero de verdad)

Javier (periodista hinchable)

19 de junio de 2008, 6:05  
Anonymous Anónimo said...

La autentica hecatombe llegará en el momento en el que surja de forma masiva la "literatura de imitación": la venta al por mayor y consiguiente invasión del mercado de obras escritas a todo correr por "negros" taiwaneses que, encerrados en fábricas y sótanos, de forma clandestina y emulando el estilo de portentos como Ken Follet, Michael Crichton, Vargas Llosa o incluso, si me apura, David Torres, comiencen a desarrollar -a modo de Lacoste full- toda una factoría cultural como si de Rolex de plástico y chapa cromada se tratase.

Me imagino al chino, mochila al hombro, entrando por los bares.

-¿Música? ¿Películas? ¿Una novela del Oeste esclita por Palahniuk?
-¿¿Cómo?? ¿Del Oeste? ¿Por Palahniuk?
-Yo tenel. Nueva. Nueva. Recien salida.

Entonces si que deberemos empezar a preocuparnos. ¿1984 de Orwell? Una mieeeeeerda comparado con lo que nos espera.

Abrazos,
Pedro de Paz

19 de junio de 2008, 8:53  
Anonymous Anónimo said...

Que dice mi mujer que le diga que no todas las falsificaciones hinchables son malas, que ella está muy contenta y que mis molestias al miccionar se ven superadas con creces por las ventajas para ambos.
Fdo: Gus Yluz, piltrafilla

19 de junio de 2008, 11:19  
Anonymous Anónimo said...

Querido Pedro: yo pensaba que eso que ya estaba ocurriendo, sólo que las falsificaciones no se venden en ninguna nave industrial china, sino en las primeras filas de los Fnac y Los Corte Inglés. Piensa en la moda de la novela seudohistórica, seudoesotérica, seudotodo... Cambiale el nombre del autor por el de Jan Brown y ahí lo tienes.

19 de junio de 2008, 21:10  
Anonymous Anónimo said...

En efecto, estimado DeMiedo. Lo arriba narrado no es producto de una mente calenturienta ni una enrevesada ficción. Ya estan aquíííííííí (que diría la niña de Poltergeist). La diferencia es que yo pretendía llevar la situación al esperpento de imaginar una producción literaria generada de forma industrial, por kilos... ummmmm... ¡coño!, como la actual.

Está claro que, como visionario, no doy una. Futurólogo de cuarto de hora, eso es lo que soy.

Pues eso. Que en efecto. Ya estan aquíííííííí.

Abrazos,
Pedro de Paz

20 de junio de 2008, 8:44  
Blogger David Torres said...

Nostromo, y otras cosas, que también está Román Piña. La tumba de Graves, por cierto, en Deiá, es la más bella del mundo.

Javier, no es gulag, sino goulash.

Don Pedro, yo creo que ese momento ya ha llegado y los 300 chinos ya se han puesto a fabricar best-sellers. Lo de una novela del Oeste escrita por Palahniuk suena muy bien.

Gus, enhorabuena por el apósito.

21 de junio de 2008, 11:34  

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