l Tropezando con melones - Blog de David Torres: Madrid está enladrillado

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miércoles, 21 de mayo de 2008

Madrid está enladrillado

Aunque vivo relativamente cerca del Museo del Prado, durante meses había evitado cualquier tipo de contacto con la ampliación del claustro de Los Jerónimos llevada a cabo por Rafael Moneo. El domingo descubrí por qué. Dos grandes amigos, Juan Manuel Navas y Jesús Urceloy, poetas ambos, me sacaron de mi circuito habitual frente al trono pensativo de Velázquez para contemplar la nueva patada que la arquitectura contemporánea ha propinado a Madrid en plena boca. La verdad es que al principio no tuvimos muy claro si se trataba de la susodicha ampliación o si Pryca había abierto unos grandes almacenes. Las cerriles líneas chatas, el impúdico ladrillo visto y la lujuria paralepípeda dotan al edificio de ese penoso y paleto encanto propio de las iglesias de barrio franquistas. Podía haber intentado el contraste brutal, la imitación sutil o la transición suave pero Moneo ha preferido recurrir a un viejo concepto arquitectónico: el pegote. Frente al anticuado esplendor de Los Jerónimos, manchado de gótico pobre, la fachada exterior del edificio propone el lujo de una fortaleza Exin, un Lego para niños de papá y ricos sin gusto.

(Imposible subir la puta foto. Véala aquí. Parece increíble, un fotomontaje realizado por un cura bolinga, pero es ansí)

http://www.noticiasdealava.com/ediciones/2007/04/01/mirarte/cultura/fotos/3330226.jpg

En esto Moneo ha seguido la tradición, porque Madrid, arquitectónicamente hablando, es la capital de los pegotes. Las cuatro torres verracas que se levantan más allá de la Plaza de Castilla son sólo el penúltimo desaguisado en una ciudad donde Goya aparece en la plaza del mismo nombre como la cabeza de un piloto de Fórmula 1 encajonado en un bólido de cemento. En fin, que tuvimos que irnos los poetas y yo a tomarnos unas cuantas copas, porque, igual que los espejos del callejón del Gato, Madrid es una ciudad que mejora mucho si se la mira borracho. De manera que recalamos en La Galería, en la Costanilla de los Ángeles, uno de los mejores abrevaderos del foro. Allí Juan Carlos prepara los combinados con la destreza de los viejos maestros canteros: en cada uno de sus manhattans o de sus dry martinis, el alcohol destila en hogueras inesperadas que arden con la misma cadencia con que se derraman los apóstoles en el Pórtico de la Gloria.

Con el hígado empantanado de luz y la cabeza rellena de fuegos fatuos, empezamos a preguntarnos si, con la excusa de la ampliación, Moneo no habría alzado un templo al único dios que impera en Madrid desde hace décadas: el ladrillo. El ladrillo es la religión definitiva, el culto sagrado hacia el que todos, ricos y pobres, inclinamos la cerviz y besamos el suelo. Se deja el ladrillo a la vista para besarlo, por la misma razón que antes se colocaba a Cristo en el frontispicio de las catedrales. Nos faltó valor para pasar al interior y contemplar el claustro pero no nos extrañaría nada que, en lugar de una capilla a la Virgen o a algún santo, Moneo hubiera colocado en el centro una estatua del Pocero.


(Publicado originalmente en el suplemento M2 de El Mundo el 20 de mayo de 2008)

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10 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Me declaro culpable del desaguisado. Yo fui el que regaló a Moneo un Lego Preescolar, aunque, la verdad sea dicha, pensé que lo superaría pronto.
Fdo: Le Corbusero, manisero perenne.

21 de mayo de 2008, 12:37  
Blogger Loren said...

Totalmente de acuerdo. El espíritu madrileño es tan anárquico, que no puede dejar de reflejarse en sus desaguisados arquitectónicos. Pero, ¿quién es el culpable? ¿el arquitecto que diseña esa mamarrachada, o el irresponsable que decide dar luz verde a ese proyecto ?

En fin, un verdadero desastre. La última ya es terminar de cargarse el paseo de Recoletos, de lo poco bonito que queda.

Un abrazo.

21 de mayo de 2008, 14:58  
Anonymous Anónimo said...

Eso sí que ha sido tropezarte con un buen melonazo, eh???
De acuerdo con la ampliación-Carrefour de Moneo (por cierto, he leído en otros foros sobre la concesión y... uyuyuyuy) pero en mi opinión las cuatro torres son un acierto estético porque, evidentemente, vendrán más y puede que Madrid tengo un downtown financiero como se merece al igual que otras ciudades americanas y europeas.

21 de mayo de 2008, 15:10  
Anonymous Anónimo said...

Creo que esos proyectos estaría bien dejarlos como lo que parecen... como una estructura virtual 3D del Autocad.

Encima van y guardan ahí nada menos que los cuadros del Prado.

Tiene mucho prestigio, pero por mucho Moneo que haya detrás no deja de ser una cagada. Como a los vecinos no les gustaba hicieron unos retoques que han aportado otro "pastiche" arquitectónico a Madrid. Comparable a la ¿catedral? de la Almudena.

Los arquitectos new age de los superayuntamientos del siglo XXI son lo que usted dice... un ladrillo.

21 de mayo de 2008, 22:30  
Anonymous Anónimo said...

Está visto que es usted otro retragrado que no comprende la modernidad.

FDO: Ferrán Adriá-Moneo, deconstructor

22 de mayo de 2008, 12:24  
Anonymous Anónimo said...

David, excelente artículo, me encanta tu adjetivo "berracas".
Román.

22 de mayo de 2008, 13:33  
Blogger A. Rómar said...

Muy de acuerdo en que azotemos a Moneo (o que hagamos una ruta de aquellos míticos Viajes Inestrillas por todas sus obras). Segunda parada: Ávila. Allí puede verse un edificio muy similar a éste, más tipo "caja-de-zapatos" al ladito de la muralla, que además se salta la ordenanza de alturas edificables e impide la vista desde la plaza sobre la meseta. Una auténtica delicia (para los jugadores del madrid a quien F. Pérez entregó los pisos).

Y no te lleves a Urce de copas después de hacer ejercicio, hombre.

Besos.

22 de mayo de 2008, 19:20  
Anonymous Anónimo said...

Osomadroñeando,
dando un paseo,
Urceloy, Navas, Torres,
y atrás Moneo.
¡Vaya un grupillo,
miran los tres pasmados
tanto ladrillo!

Líneas rectas, esquinas,
caja zapatos,
los jerónimos lloran
su desenclaustro,
y en los madriles
tropiezan con melones
los ministriles.

El Navas le buscaba
las cuatro esquinas,
el Urce en las alturas
descojoninas,
¡Anda, sarmiento,
dijo el Torres, mañana
voy y lo cuento!

Velazquez las espaldas
le da al mostrenco,
El Goya llora al norte
tanto esperpento,
y al este, enferma,
vomita loca arcilla
nuestra Academia.

Ya fuera por empachos,
¡venga ladrillo!
atracón de la recta
rectal, repito,
los tres poetas
se pusieron de copas
hasta las cejas:

y aún me parece
que la noche de Chueca
les vio hacer eses.

Calentandoeladobe García

23 de mayo de 2008, 3:20  
Blogger David Torres said...

Le Corbusero, ya le vale.

Loren, fusilamiento ya. Lo de Recoletos sí que me jode. Ahí sí que me voy a cabrear.

Anónimo, lo siento, pero a mí los rascacielos no me ponen.

Qazgu, en cualquier otra época Moneo estaría llevando el orinal de un arquitecto de verdad.

Ferrán, diga que sí.

Román, verracas, con uve de vampiro.

Romar, es que teníamos sed.

García, gracias por la coplilla. Fue tal cual, sí.

24 de mayo de 2008, 10:15  
Anonymous Anónimo said...

Pensaba que te habías pasado en la descripción, pero al ver la foto, lo que veo es que te has quedado corto. Parece un adosado o un búnker, menudo mazacote infame. Y para colmo, la entrada aquélla parece la puerta del garaje...

24 de mayo de 2008, 15:20  

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