l Tropezando con melones - Blog de David Torres: Los preclaros silencios de Thelonious Monk

David Torres, escritor, guionista y columnista

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domingo, 27 de abril de 2008

Los preclaros silencios de Thelonious Monk

Una de las cosas más difíciles de aprender en la técnica narrativa es la administración de los silencios: saber cuándo callar es tan importante como saber cuándo seguir hablando. Lo que no se dice realza el témpano flotante de lo que se dice. ¿Qué espanto innombrable había al fondo de El pozo y el péndulo? ¿De qué diablos hablaba al final Kurtz? La elipsis brutal a la mitad de El mundo según Garp obliga al lector a rellenar con su imaginación el vacío antes de que las palabras dibujen el horror.

Los grandes músicos son maestros en el arte de sembrar silencios, de dejar en el cuerpo de una melodía los huecos exactos para crear la expectativa, el ansia y su resolución: Brahms, Bartok, Satie, Miles Davis. Aldous Huxley decía que lo que distinguía esencialmente a Mozart y a Wagner era que el discurso musical del segundo tejía un flujo musical ininterrumpido, interminable, agotador. No es verdad. Pocos silencios brillan en la historia de la música como los que respiran justo al inicio del Tristán. Y, en el preludio del Parsifal, tras la insolente llamada de los metales, conviven dos pausas formidables, una suspensión abismal donde parece detenerse el mundo.

Thelonious Monk, el arisco pianista negro, vapuleaba el teclado con el rigor de un sordomudo intentando encontrar el lenguaje perdido. Entraba fuera de compás, soltaba un par de hoscos acordes, como el que suelta un capazo de ladrillos sobre el piano, y de repente enhebraba una frase suavísima que se cortaba con un hachazo de blancas. Hasta que no encontró a Charles Rouse, el saxofonista que fue durante tantos años su escudero, Monk no forjó el cuarteto perfecto, la falange de cámara donde cobijar toda esa lluvia de corales y cuchillos, esa noche primitiva y delicada (Cortázar dixit) que era también su manera de hablar y no hablar.





Porque Monk, loco, vagabundo, profeta, tocado por una enfermedad mental tan extraña como su misma música, también hablaba a base de silencios. Hay gente que es así: elíptica. Hace algún tiempo conocí a una chica preciosa en una fiesta. Me las arreglé para entablar conversación con ella y pedí su teléfono, suponiendo que no me lo iba a dar. Contra todo pronóstico, me lo dio. La llamé, apañé una cita, la invité a cenar. Luego nos tomamos unas copas y la despedí de madrugada a la orilla de un taxi. Quedamos en que nos llamaríamos. Lo hice una semana después, me dijo que estaba leyendo el libro mío que le había regalado, que le gustaba mucho, pero que estaba muy ocupada y que mejor nos llamáramos más adelante. Lo hice. Una vez. No cogió el teléfono. Dos veces. Tampoco. Como, aparte de tonto, soy bastante obstinado, le dejé un mensaje que jamás contestó.

Me sentí como aquel periodista que, entrevistando a Thelonious Monk, se le ocurrió preguntarle si le gustaba la música clásica. Monk simplemente se quedó mirando al frente, con los labios juntos, casi silbando. El periodista carraspeó, nervioso, y le repitió la pregunta. Por toda respuesta, Monk se llevó el cigarrillo a sus labios y soltó una voluta de humo apelmazada y sinfónica. 'Perdone, señor Monk' dijo el periodista sin saber muy bien qué hacer, 'no sé si me ha entendido. Le preguntaba si le gusta la música clásica'. Monk se volvió al fin hacia su agente, que estaba allí, al lado, sentado en una silla, apoyó las manos en las rodillas, señaló al periodista con la cabeza y gruñó: 'Eh, Joe. Este tío está sordo'.

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21 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hermosísimo artículo, David, cuando quieres, que no es siempre, sabes hacerlos bien.
Pero David, tú no sabes administrar tus silencios. Estás más cerca del hombre orquesta que de Thelonius y siento decirlo. Tampoco sabes respetar los silencios ajenos salvo que te vengan impuestos por tu aparato de música, algún libro o la película que estés viendo.
Todo esto es para sugerirte que además de escuchar al bueno de Thelonius, aprendas.
Un abrazo anónimo. Quizás en otra entrada tome forme pero entonces me limitaré a halagarte. Es lo que toca.

28 de abril de 2008, 9:22  
Anonymous Anónimo said...

Habría que hacer un estudio sobre los silencios. Hay silencios de negra, casi imperceoptibles, y de negra con puntillo, que tienen su aquel y casi parecen coítos interrumpidos. Los hay de blanca, extraordinarios en Haendel y Debussy, y ya para colmo los de calderón, que Tomás Luis de Victoria y Guerrero supieron bordar de tal manera que parece como si cayéramos en un abismo hermosísimo y al mismo tiempo doloroso. Sus dos misas de tinieblas así lo confirman.

Un buen artista no lo es si no sabe usar los silencios, que en otras partes se llaman elipsis y en otras ausencias. Una de las mejores frases publicitarias cinematograficas fue la de Alien: "En el espacio nadie puede oir tus gritos" Un silencio brutal, infinito, aterrador, donde la respiración se corta y el aliento sufre por salir.

Uno de mis silencios favoritos es el del segundo movimiento de la novena de Dvorack, cuando toda la orquesta calla, dejando sólo a un cuarteto de cuerda en pianisimo que, de repente, se va parando, como si tanta belleza les impidiese continuar.

Quien no sabe escuchar el silencio sólo aprecia el ruido.

Quedescansadavida García

28 de abril de 2008, 9:33  
Anonymous Anónimo said...

Monk tonteó con los beats, sobre todo frecuentó a Ginsberg, así compensó sus silencios, ya que los beats no se callaron casi nada. En cuanto a los silencios ajenos....

Ricardo Corazón de Melón

28 de abril de 2008, 11:09  
Blogger David Torres said...

Buen intento, chico/a en taxi, pero no ha colado. Ni el sexo ni el vehículo ni los halagos. Recuerde que los silencios también pueden ser síntoma de cobardía, pero que el anonimato lo es siempre. Déjese de consejitos, ande, y cómprese una vida que no dé tanta lástima.

García, recuerdo que una vez vi a Penderecki dirigiendo la 9 de Dvorak y bordando con sus manos el silencio de 4 compases justo al comienzo del primer movimiento. Abrumador.

Ricardo, a Monk le bastaba con los beats del compás. En cuanto a los silencios ajenos, no sabe cuán ajenos son.

28 de abril de 2008, 11:55  
Anonymous Anónimo said...

Bien respondido

28 de abril de 2008, 12:26  
Anonymous Anónimo said...

[ ]

Javier

28 de abril de 2008, 13:31  
Blogger Nostromo said...

Buen David, la poesía también es capaz de recoger la esencia del silencio para lanzar una escala entre el poeta y el lector.

Eso me recuerda ciertos versos

"Oscuridad,
sin razón alguna,
aparto de tus mejillas
la ansiedad del momento
y espero,
sin razón alguna,
la redención del silencio".

Un abrazo
Nostromo

28 de abril de 2008, 16:41  
Anonymous Anónimo said...

Hace ya un tiempo tuve oportunidad de estudiar -y tocar- algunas composiciones de Monk. Quisiera precisar un par de cuestiones que dice David sobre la interpretación e improvisación de este pianista. Sobre la entrada a destiempo, en realidad no se trata de eso, sino de que entra a contratiempo y de forma sincopada, digamos que con el acento cambiado, pero dentro de compás, el pulso interno del compás lo utiliza, como no puede ser de otra manera porque si no no se mantiene el esquema armónico de la composición y sus compañeros le fusilarían al amanecer. Vamos lleva el tiempo como un músico, que como bien sabía Mompou -y creo que no del todo Karajan-, no es el tiempo del reloj. Respecto de los "hoscos" acordes, se trataba también de algo bastante fino, en realidad no le pegaba tan fuerte, pero al usar acordes de 11ª y 13ª y cosas por el estilo, con progresiones melódicas de lo más originales conseguía una paleta cromática espectacular, tanto cuando hacía "contraste" como cuando se ponía más oscuro y aparentemente tranquilo. La forma de golpear las teclas, también es cierto no era la ortodoxa y eso daba cierto timbre peculiar a su estilo percusivo.

Volviendo al tema del silencio, éste puede ser entendido en varios sentidos, uno es como elipsis, y en este sentido la música de Mozart parece tener más silencios de los que en realidad tiene, porque los finales de frase los varía siempre ligeramente hacia algo que tu crees que se va a decir y que no se dice. Es un extraño modo de silencio "sonoro", que de otra manera también usa Mompou en su "Música Callada". Y es que hay silencios que suenan como bien sabía Cage. Asimismo, tienes el silencio como respiración, y aquí los hay entrecortados, previos al grito, y también hay silencios hondos y oscuros. La magia del silencio es que es una forma que se hace sin materia, ahí si, el ejemplo de la respuesta de Monk es cojonudo.

28 de abril de 2008, 19:19  
Anonymous Anónimo said...

Para silencios, el que habría sido necesario el otro día, en la ceremonia de incorporación de Marías a la Real Academia

28 de abril de 2008, 19:37  
Anonymous Anónimo said...

David, acojonante la anécdota del periodista. "Este tío está sordo".
Primera página de "Niños de tiza", a la altura de la de El Gran Silencio. No puedo seguir hasta que acabe de leer a Carmen Posadas.
Hasta luego bestia.
Tu chulo.

28 de abril de 2008, 21:10  
Anonymous Anónimo said...

Buenas noches. Es la primera vez que comento en su blog
Pues a veces es verdad que una persona dice muchísimo en un silencio que hablando. A veces el sonido de un silencio es maravilloso, como cuando escuchas una canción, y cuando terminas a veces disfrutas más de ese silencio que de la propia canción. O es que a lo mejor soy rara, no sé.
Me ha llamado la atención que usted es guionista y escritor y que ha escrito dos libros.
Verá, tengo 15 años, una de las cosas que me gustaría ser, precisamente, es ser escritora, por lo que decidí no perder tiempo y como la idea principal me ha llegado hace unos días, estoy escribiendo una novela (cosa que llevo meses queriendo hacer).
Me encantaría, si no le es mucha molestia, pedirle algunos consejos acerca de cómo escribir un buen libro y que éste no sea solo un montón de palabras vacías.
Un saludo,
Laura.

28 de abril de 2008, 22:00  
Blogger David Torres said...

Nostromo, sí, la poesía está hecha de silencios.

Tito, no se me enfade, que sólo eran metáforas. ¿Conoce la anécdota de que una vez Miles no pudo esperar uno de los exasperantes silencios de Monk y entró a contrapelo en mitad de Round Midnight?

Anónimo, ese silencio lo hubo. Nada se parece más al silencio que el estruendo.

Román, sigo haciendo la calle.

Laury, no he escrito dos, sino diez libros. De alguno incluso me arrepiento. Te aconsejo que, antes de escribir una sola palabra, leas mucho, mucho, mucho. Un taller de escritura podría ayudarte, pero ten en cuenta que no conozco el caso de un solo novelista menor de veinte años que valiera un pimiento. Así que también te recomiendo paciencia. La novela es un país para viejos.

28 de abril de 2008, 23:03  
Anonymous Anónimo said...

El silencio es ruido más fuerte, quizá el más fuerte de los ruidos. Miles Davis

28 de abril de 2008, 23:27  
Blogger Laury Muñoz said...

Madre mía, es verdad, lo pone en su perfil >_< Lo siento mucho.
Muchísimas gracias por sus consejos, el caso es que una de las cosas que hago es observar. Observo e imagino situaciones, trato de que la imaginación funcione y de que las ideas surjan solas, así que me estoy concentrando en una idea y que la trama surja sola. Más o menos tengo claro lo qué escribir, solo que no sé si está bien o no. Eso se lo dejo a la gente.
Seguiré su consejo y trataré de encontrar un taller de escritura por aquí.
Un saludo, Laury.

28 de abril de 2008, 23:38  
Anonymous Anónimo said...

Otra de las historias curiosas de Monk es la relación mortal que le une con Charlie Parker. Ámbos, protegidos por la baronesa Pannonica, murieron en la casa de ella: the Cathouse. Tal casa además de albergar a 120 gatos, incluía frecuentemente músicos negros (cats).

Pannonnica, que da nombre a una de las mejores composiciones del autor le dedicó a este una semblanza probablemente exacta: “Monk, como hombre, era igual a su música. Podía transformar la vida entera. Uno podía caminar por el sendero de la vida tranquilamente hasta que, de pronto, algo parecía abrirse de todas partes. (...) Monk podía tocar cualquier standard y era capaz de hacer sentir la música desde el interior y desde el exterior. Monk nos transportaba al corazón infinito de la música”.

En cuanto a Round Midnight, no le encuentro con Miles pero aquí podéis verle:
http://www.youtube.com/watch?v=ZX_mwDvcZ2I

28 de abril de 2008, 23:41  
Anonymous Anónimo said...

Laury, abundando en el comentario de David y aún a costa de anegar tus ilusiones, no puedo por menos que darle la razón. Aunque suene a tópico manido, un buen escritor -sea lo que quiera Dios que sea eso-, además de tener algo que contar, se forja con experiencia, bagage vital, ingente cantidad de lecturas y la reescritura constante y reiterativa de aquello que pretende transmitir hasta que el mensaje y el medio adquiera una naturaleza diáfana y pristina. Todo eso requiere tiempo. Mucho tiempo. Años.

Si realmente deseas escribir, mi consejo es que nunca dejes de fabular, nunca dejes de recorrer el camino pero no tengas prisa por llegar. Paciencia. A todos termina llegando su momento. Se tarde más o tarde menos.

Saludos Cordiales,
Pedro de Paz

29 de abril de 2008, 10:17  
Blogger Nostromo said...

Sliencios fueron los de Rimbaud y Holderlin, pero dieron, si cabe, mayor sentido a su obra. En el caso de Rimbaud, supuso la superioridad de la acción sobre la palabra. En el caso del alemán fue la culminación de esa palabra, como señaló el gran George Steiner.
El silencio, en definitiva, "tiene un decir distinto del decir ordinario", siguiendo a Henry Lefebvre.

Y recuerdo a Steiner, una vez más, cuando citaba a Kafka en sus "Parábolas":
"Pero éstas (se refería a las sirenas) tienen un arma más terrible aún que el canto, y es su silencio. Aunque no ha sucedido, es quizás imaginable la posibilidad de que alguien se haya salvado de su canto, pero de su silencio ciertamente no"

Un abrazo

Nostromo

29 de abril de 2008, 19:26  
Anonymous Anónimo said...

Laury, si ya tienes ganas e ideas, escribe y dalo a leer. Casi te diría que no vallas a ningún taller mientras ya sepas qué contar, de momento.
Dirijo una revista en la que ha publicado gente muy joven. Hace poco una niña de 12 años.
Te invito a enviar algo de lo que escribas y me comprometo a opinar sobre ello y a publicarlo si me gusta.
mira en www.labolsadepipas.com
Leer mucho sí, pero de lo bueno. Por ejemplo David Torres.
Román Piña

30 de abril de 2008, 11:44  
Anonymous Anónimo said...

Bueno, "vallas" o "vayas", ya no sé cómo se escribe. Si es "Yo voy" y no "yo voll", debe de ser "vayas". Maldito subjuntivo.
Román.

30 de abril de 2008, 11:49  
Anonymous Anónimo said...

"Recuerde que los silencios también pueden ser síntoma de cobardía, pero que el anonimato lo es siempre"

Pues yo no creo que el anonimato sea sintomático "siempre" de cobardía. También puede indicar otras muchas cosas. Puede que no en este caso (ni idea) pero sí en otros...

30 de abril de 2008, 16:28  
Blogger Nostromo said...

Para escuchar el silencio recomiendo oir el corte que así se titula, "Silence", de la banda sonora de la película "La delgada línea roja". Magnífica toda ella.

Nostromo

30 de abril de 2008, 17:47  

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