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lunes, 7 de abril de 2008

Alberto Moravia: Los indiferentes

Al pasar la última página de Los indiferentes, en una vieja edición de Círculo de Lectores, me entero con estupor que Moravia tenía poco más de 20 años cuando publicó el libro. Es extremadamente raro encontrar un novelista menor de 25 años que escriba una obra maestra. Hasta que me encontré con esta joya, mi record personal lo ostentaba John Barth, que escribió su extraordinario debut, La ópera flotante, más o menos con esa edad. Pero el caso de Moravia es aun más excepcional porque la novela, publicada en 1929, se adelanta en más de una década a los grandes textos del existencialismo francés: La náusea o El extranjero. Y no sólo se adelanta en cuanto a la fecha, sino también en cuanto a la hondura moral, la complejidad formal y la penetración psicológica. El ambiente sórdido de la burguesía italiana y el dibujo perfecto de esos cuatro o cinco personajes que forman la trama revelan tal conocimiento de la vida que, sencillamente, parece inalcanzable para un veinteañero. Ha habido grandes poetas adolescentes (Rimbaud o Claudio Rodríguez, sin ir más lejos), grandes músicos y grandes ajedrecistas, pero yo siempre he pensado que el arte de la novela tiene mucho que ver con la experiencia vital.

Los indiferentes es una novela tan perfecta, conmovedora e intensa que me vinieron a la cabeza las palabras que el Dr. Max Euwe, campeón mundial de ajedrez, escribió acerca de la partida entre Donald Byrne y un niñito llamado Bobby Fischer, probablemente la partida más brillante del siglo XX: 'No sucede todos los días que un escolar de 13 años supere francamente en la combinación a uno de los mejores jugadores de América. Las combinaciones de Fischer no son particularmente profundas, mas tampoco evidentes. Las negras escogen siempre la continuación más bella y enérgica, y de este modo consiguen plenamente que todo el juego se siga con agrado'.


Algo parecido ocurre con esta novela. La trama parece sacada de una comedia de enredo: Leo, un tipo sin escrúpulos, mantiene relaciones desde hace tiempo con una viuda, María Engracia, al tiempo que maniobra para hacerse con su casa y dejarla en la ruina a ella y a su familia. Leo también planea acostarse con la hija, Carlota, una joven atractiva e inocente, mientras el hermano, Miguel, asiste a todas esas maniobras poseído por una abulia esencial y metafísica.


Parece que ya hemos leído este mismo argumento en muchas novelas del XIX, pero la originalidad de Moravia consiste en la sinceridad y la valentía con las que bucea bajo la capa de convenciones sociales para extraer, como un fango, el tedio esencial de la vida contemporánea. Unos años después, Mersault, el protagonista de El extranjero, mata a un árabe porque se aburre, pero el Miguel de Moravia ya había anticipado esa indiferencia absoluta en la que la vida apenas tiene fuerza para sostener una máscara.


La novela de Camus es justamente famosa, pero muy pocos han leído a Moravia. Sucede que los franceses siempre han sido maestros en el arte de la propaganda. Para que se hagan una idea de la potencia de fuego de este libro, he escogido este pequeño fragmento:

'Se sentaron los tres en el frío comedor, alrededor de la mesa excesivamente grande. Comieron sin mirarse, con movimientos helados, deferentes, sacerdotales, como si celebraran un rito. No hablaban. Aquel silencio, apenas interrumpido por el ruido de las cucharas en los platos, en la deslumbradora luz del día que se reflejaba sobre el blanco mantel y que recordaba el espeluznante ruido del instrumental del cirujano durante las operaciones; aquel silencio glacial privado de intimidad fastidiaba a la madre sociable y locuaz'.


El mantel blanco como una camilla y el ruido de las cucharas imitando a los bisturíes. Ésos son los detalles que delatan al novelista de raza, ésas son las marcas de agua de una novela verdaderamente grande.

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12 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hace muchos años que leí La Romana de Moravia, la obra más conocida quizá. Hace muchos años que leí a Pavese y a otros italianos. Pero uno siempre encuentra sorpresas en su vida de lector. Hace apenas un año descubrí un libro de Italo Svevo, "Senectud" publicado por Acantilado. Una novela totalmente recomendable por sus sutilezas psicológicas y por la introspección de un personaje también hastiado, capaz de perder el amor ideal por ello. La novela es de 1898 y Svevo tenía 37 años. No era, para su época, ningún joven. La novela pasó desapercibida y Svevo no volvió a publicar nada hasta 1923. Temo que hoy, deslumbrados por el oropel de tanta novela pseudo-histórica, negra o esotérica, nadie lea a Moravia, Pavese o Svevo. Pero están ahí y ahí continuarán. Los indiferentes, amigo David, me temo que son la mayoría de los lectores.
Ricardo Corazón de Melón

7 de abril de 2008, 19:02  
Blogger Luis Amézaga said...

Tiene mérito escribir una gran novela con 20 años, pero más mérito tiene escribir la autobiografía con esa edad, y hay ejemplos :))

7 de abril de 2008, 20:18  
Anonymous Anónimo said...

¡Anda! ¡Un blog literario!
Ya estoy tardando en hacer propaganda como un francés de estos sitios:
www.labolsadepipas.com
www.editorialsloper.com

Muy bueno lo de Marovia.
Y lo de Geston.
Saludos.
Pigna.

7 de abril de 2008, 20:38  
Anonymous Anónimo said...

uy perdón, que es www.editorialsloper.es

7 de abril de 2008, 20:39  
Blogger Loren said...

¿Has mirado los libros de Moravia que hay en DeBolsillo? Creo que hay bastantes títulos.
Leeré esta novela, ya te contaré.

Un abrazo.

7 de abril de 2008, 21:08  
Blogger Nostromo said...

Habla usted, querido David, de Moravia, menciona a Rimbaud... Mientras, en el canal internacional de TVE que me llega a estas lejanas orillas, en la sección que debería ser de cultura, se describe con entusiasmo el fervor que causa el Chikiliquatre ese.

"¿Qué esperamos congregados en el foro?
Es a los bárbaros que hoy llegan", decía Kavafis.

Pero los bárbaros no llegaron. Ya estaban aquí.

Nostromo

7 de abril de 2008, 21:55  
Blogger Luis Felipe Comendador said...

Davisilloooo... qué gusto verle.

Un brazo... pero sin mariconadas.

Cuídate, hermano.

7 de abril de 2008, 23:19  
Anonymous Anónimo said...

Todavía tengo clavado en el hipotálamo "El desprecio", que recomiendo a todo el mundo.

Sin duda, Moravia es uno de los grandes. Buscaré el que tú recomiendas.

Un abrazo.

Javier

8 de abril de 2008, 5:34  
Blogger Carmen Fernández Etreros said...

'Los indiferentes' es una sorprendente obra de Moravia y olvidada. En esos veintidós años (creo) pesaba mucho la tuberculosis con la que luchaba el escritor desde su infancia y su soledad. Sorprendió por su recreación en el aburrimiento, el tedio y la apatía ante las situaciones que rodean a los personajes. La indiferencia de una sociedad apática.

De Moravia me quedo con 'La romana' y con su relación tormentosa con Elsa Morante (también olvidada y desconocida escritora a descubrir). Una pena que se olviden estas obras como las de Pavese, Svevo, Morante como se deduce del primer comentario. Indiferencia.

Enhorabuena por el blog que acabo de descubrir y porque hables de libros olvidados.

Suerte,

8 de abril de 2008, 10:06  
Anonymous Anónimo said...

Personalmente siempre preferí Los diferentes a El extranjero, pero supongo que no es cuestión de escoger. Como en todo, hay un libro para cada momento.

Un abrazo desde el fondo de una botella de Alvariño en la Plaza Santa Ana.

8 de abril de 2008, 10:07  
Anonymous Anónimo said...

Me gustaría leer la novela de la que habla, pero sólo lo haré si me garantiza que está protagonizada por Charlton Heston.
Fdo: Doctor Cyrus, zoólogo especializado en escritores.

8 de abril de 2008, 10:58  
Blogger David Torres said...

Ricardo, tiene used razón. A Svevo nunca le he hincado el diente. Pavese como novelista me parece flojito. Como poeta es inmenso.

Don Luis, yo opino exactamente lo contrario. Yo creo que los géneros autobiográficos (memorias, diarios, libros de viajes) están tirados. Yo no he hecho más que un libro de viajes y, al lado del esfuerzo de concentración, estructura y organización que requiere una novela, cualquier texto autobiográfico no es más que un cajón de sastre. Por otra parte, a los 20 años poco se puede contar. Mishima escribió sus memorias demasiado joven, justo cuando eran menos interesantes. Nos hubiera gustado saber cómo y cuándo se le ocurrió la idea de sacarse las tripas en público.

Amigo Piña, ésta es su casa.

Nostromo, no se apure Vd. Nos tocaron malos tiempos en que crecer, como a todos los melones (Borges dixit).

Komen, lo mismo digo. Se le echó a Vd. de menos el miercoles.

Javier, "El desprecio" es mi novela favorita de Moravia. La mejor relectura de la Odisea que jamás he leído.

Muchas gracias por tus comentarios, Carmen.

Rubén, no, no es cuestión de escoger, pero da rabia que un libro sea tan famoso y otro tan anónimo.

Cyrus, en la novela sale Heston: hace de columna dórica.

10 de abril de 2008, 20:05  

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