l Tropezando con melones - Blog de David Torres: El Quijote y la Biblia

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lunes, 21 de abril de 2008

El Quijote y la Biblia

El 23 de abril, efeméride donde tramposamente hacemos converger las fechas de defunción de Cervantes y Shakespeare, en algunas ciudades de España se sustituye con el Quijote la lectura pública de la Biblia, probablemente el best-seller más vendido de todos los tiempos. Resulta una operación en cierto modo paradójica y hasta antagónica, porque no se pueden concebir dos libros más distintos: la Biblia es la epopeya de un pueblo en lucha con su dios invisible, transfigurado en nubes, tempestades y zarzas ardientes. El Quijote es la historia de un hombre en lucha contra su propia biografía, su propia memoria y su propia realidad. La Biblia es un libro escrito por Dios, que es lo mismo que decir, escrito por muchas manos y amanuenses distintos a lo largo de los siglos. El Quijote es un libro escrito por un pobre hombre enfermo y viejo en el transcurso de unos pocos años, los que pusieron fin a su humilde existencia. En la Biblia se suceden las batallas, las plagas, los castigos, los mandatos, las ejecuciones y las muertes. En el Quijote hay una sola muerte, si acaso dos, y los ejércitos y muchedumbres son imaginarios, fantasías de un viejo loco que juega a ser niño. La Biblia (no soy el primero que lo digo) es un texto terrible, la madre de todos los decálogos, una exhortación sostenida de la violencia y del racismo. El Dios de la Biblia no tiene nombre ni rostro: 'Yo soy el que soy', le dice a Job después de arrebatarle una a una sus posesiones, su salud, su mujer y sus hijos, para esconderse después en un enigmático remolino de polvo. El Dios del Quijote tampoco existe, tampoco aparece por ningún lado, pero sí tiene rostro, un bello rostro de mujer, y nombre: Dulcinea del Toboso. Cuando Sancho le dice al Quijote que Dulcinea no existe, como un agnóstico empeñado en la refutación de un dogma, y que, caso de existir, se trata sólo de una campesina gorda y fea, el Quijote le responde con la que es, para Carlos Fuentes, la definición del amor más hermosa de toda la literatura: 'Dulcinea es tal y como yo quiero que sea y, para mí, la más bella mujer sobre la faz de la tierra'. Cito de memoria y muy probablemente estoy ultrajando el texto, pero ése es otro de los privilegios de estos dos grandes libros: las frases almacenadas en el recuerdo, bajo el epígrafe de capítulos y versículos. La Biblia es un texto sagrado, irrefutable; en su nombre se han matado más hombres y se ha derramado más sangre que por cualquier reino terrestre. Del Quijote, en cambio, puede decir uno lo que quiera y cuando quiera, porque su única bandera es, como apuntaba Rosales, la libertad: libertad de pensamiento, palabra y obra. La Biblia está llena de miedo, de ceños iracundos y de arrebatos coléricos; el Quijote está traspasado de risas, de delirios, de bromas pesadas y también de una suave tristeza. Déjenme decirlo de una vez: el Quijote está lleno de vida; la Biblia, de muerte.







Curioso que la gran mayoría de los libros religiosos sean apologías de la guerra: lo son el Bhagavad Gita y el Mahabharata, libros sagrados de la India; lo es el Kalevala, la epopeya nacional finlandesa; lo es la Ilíada, que narra el episodio más famoso de la guerra de Troya y quizá el libro más bello del mundo. No hay pueblo que, al fundar una mitología o al construir a sus dioses, no los haya amasado con sangre.


Uno de los escritores cristianos más altos que haya dado el mundo (me refiero a Dostoievski) dijo una vez que si el hombre comparecía ante Dios y Dios le enseñaba desde su trono todas las matanzas, las injusticias, las miserias con las que la humanidad había llenado el mundo, y le preguntara: '¿Qué hábeis hecho aparte de esto? ¿No merecéis arder para siempre en el infierno?' A ese hombre -decía Dostoievski- le bastaría una sola cosa para salvarse: un ejemplar del Quijote.

(Todo esto para decirles que el miércoles 23 de abril, por razones de fuerza mayor, a eso de las seis y media de la tarde, estaré en el Corte Inglés de Pozuelo, firmando libros, si hay suerte).

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12 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¿Qué te pasa, David? ¿Has estado leyendo a Saramago?

Un abrazo

Javier

22 de abril de 2008, 10:17  
Blogger Loren said...

Tengo entre las manos un ejemplar de Niños de Tiza. Tengo muchas ganas de ponerme a leerla. Ya te contaré.

Espero noticias sobre el día de la presentación del libro.

Un abrazo y muchísima suerte.

22 de abril de 2008, 10:31  
Anonymous Anónimo said...

¿Firmarás también de Bellas y bestias, o ese no ha llegado a las librerías?
Muy buena la entrega.
Abrazos.

22 de abril de 2008, 16:34  
Blogger David Torres said...

Creo que Bellas y Bestias viene con un poco de retraso.

22 de abril de 2008, 16:52  
Anonymous Anónimo said...

El Quijpote guarda en sí toda la verdad que sólo la ficción puede atesorar (y de eso sabe usted mucho, señor Torres)mientras que la Biblia guarda todas las mentiras propias de las verdades reveladas.
No soy precisamente un seguidor fanático del Quijote, pero reconozco que pocos libros albergan tanta vida comoel que narra sus hazañas

22 de abril de 2008, 17:49  
Anonymous Anónimo said...

—Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta, caballero, la lanza y quítame la vida, pues me has quitado la honra.

Mitextopreferidodelquijote García

23 de abril de 2008, 0:29  
Blogger Luis Amézaga said...

La Biblia quizá no sea el más vendido, pero sí el mejor distribuido.

23 de abril de 2008, 12:12  
Anonymous Anónimo said...

¿De qué es esa ilustración tan chula que ha colgado ahí?

23 de abril de 2008, 14:11  
Anonymous Anónimo said...

Ya, ya... panda de ateos, vais a comparar un libro escrito por Dios por ese ladrillo de Cervantes. O a una mujer de verdad con una imaginada. ¿Dónde vamos a parar?

23 de abril de 2008, 23:03  
Anonymous Anónimo said...

El Quijote es una recreación de la realidad. La Biblia, una tergiversación. Ya quisiera, no obstante, cobrar derechos de una de las dos.
Ricardo Corazón de Melón

24 de abril de 2008, 10:51  
Blogger Nostromo said...

En mi infancia y mocedad lei buena parte del Viejo Testamento y no creo que tenga nada que envidiar en épica y andanzas heroicas a la Iliada y la Odisea. La crueldad y los destinos aciagos que hay en sus páginas las encontramos también en Homero. Al fin y al cabo, como humanos que somos, acabamos escribiendo sobre el mismo y recurrente tema.

24 de abril de 2008, 18:58  
Blogger David Torres said...

Mony Peny, el dibujo ilustra un pasaje del Kalevala: la madre de Lemminkainen velando el cadáver de su hijo.

¿Sara qué?

Gracias, Loren, nos vemos.

Muy buen pasaje, García.

Importante matiz, Luis.

Madreselva, la mejor crítica cinematográfica que he oído jamás se la oí a una maruja a la salida de La rosa púrpura de El Cairo, de Woody Allen: "Le está bien empleado, por quedarse con el de verdad".

Ricardo, yo no estaría tan seguro.

Nostromo, es que a Vd. le va la sangre.

25 de abril de 2008, 11:41  

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