Las fotos que nunca llegaron
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Pero Ousseuynou no está en medio de una novela, sino en Madrid, una ciudad que a veces también se torna áspera y sorda, que a veces respira con las branquias del pasado para formar un presidio con sus muros. Ousseuynou es negro, pero más que una novela negra, habita en una de esas novelas realistas de los años 50, esas tristes cochiqueras donde el hambre, el frío y el impudor van mordisqueando las páginas. Para el caso, Ousseuynou podría estar en mitad de La colmena, uno más de los cientos de figurantes que sueñan y malviven cada día sin esperanza. Yo he leído su historia en un reportaje terrible de Pedro Simón, ayer, en este mismo periódico, pero parece que lo hubiera leído en un fragmento de Cela, uno de esos laboriosos párrafos donde, en vez de un pobre gitanillo, saliera un negro perdido en mitad de la Gran Vía, un negro que va de puerta en puerta, mendigando un oficio, y al que, allá en su tierra, lo esperan cincuenta hermanos famélicos.
La madre de Ousseuynou nunca va a ver las fotos del hijo emigrante, del hijo que se fue para dar el salto a Europa. La acaban de enterrar en Conakry y la familia no sabe cómo pagar la factura del hospital. Quinientos euros. Quinientos euros nada menos, hermano. Quizá sea mucho dinero, allá en Conakry, pero en Madrid eso no da para un argumento de novela. ¿Es que no hay ningún organismo público, ninguna oficina de la Comunidad, ninguna ONG, oficial o extraoficial, que se ocupe de estas miserias? ¿Cuántas novelas como la de Ousseuynou aguardan en las calles de Madrid a que se resuelva la trama de su vida, a que la administración pase página? ¿Cuántas fotos firmadas aguardan en el exilio de un cajón por el precio de un sello y un poco de saliva?
(publicado originalmente en el suplemento M2 de El Mundo el 7 de abril de 2008)
Etiquetas: Cela, David Torrres, Guinea-Conakry, hambre, Madrid, novela, pobreza
7 Comments:
Terrible y excelente artículo, amigo mío. Terrible como la realidad y excelente como la expresión de un arte (la literatura) que existe para redimirnos un poco de nuestra -directa o indirecta- complicidad ante el cáncer del mundo actual.
Hoy no tengo ganas de reírme.
Ricardo Corazón de Melón
Tiene razón Ricardo. Hoy no es de reir. Hace bien en recordar que las consignas de nuestros guardianes no hace más que pisar la cabeza de personas como Ousseuynou, a las que les negamos hasta el derecho a la tristeza. Pero, como muy bien dice usted, esto no da ni para una novela. Le aplaudo con el dolor que causa saber que si reconocemos nuestro cinismo tampoco sirve para nada.
¡Qué bonito escribes, amigo!
Anónimo
Un artículo cojonudo, muy emocionante.
Un abrazo.
Cela decía que el común de los mortales no hacen la historia, sólo la sufren. Nada hay más cierto
También decía. "Cuando la gana de joder aprieta, ni el culo de los muertos se respeta". No todo es malo en esta puta vida, aunque nos conviene dar una vuelta por el callejón del gato, (pese a que los dueños de los espejos sean "la Casa de las Bravas, que se pretende inventora de la famosa salsa, cuando todo cristo sabe que se inventó en Cuatro Caminos, no lejos del zaquizamí de la doble de Naomí)
Gracias, amigos. No quise escribir demasiado bien esto porque siento que hay algo indigno en hacer literatura de la desgracia. Algo así como esas fotos tan hermosas que saca Sebastiao Salgado.
Pero si la literatura no sirve para esto, entonces ¿para qué sirve?
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