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lunes, 12 de mayo de 2008

Mayo del 68: acné juvenil

Sí, como todos los españoles de pro, yo también acudí a las barricadas del Mayo del 68 francés. Es cierto que por aquel entonces sólo contaba un año y medio de vida, pero es que los españoles de entonces éramos muy precoces en política. Algunos, como Víctor Manuel, pasaron de dedicarle canciones al Caudillo a hacerse comunistas de toda la vida en un pis pas, sin despeinarse ni nada, como el que sufre el sarampión. Pero lo del Mayo del 68 demuestra el éxito de las vilipendiadas comunicaciones en la era franquista y la puntualidad de la RENFE, que permitió que millones de españoles llegaran a tiempo para enarbolar pancartas, dejarse crecer el pelo y hasta aprender francés.



Lo malo es que algunos trenes los desviaron de Benidorm y, claro, muchos de los manifestantes, armados con cubos y palas, hicieron castillos de arena en lugar de barricadas como Marx manda. Lo que nos ha quedado a los que nacimos más o menos encajonados en aquella época heroica (los 'niños de tiza', como los llamó en mi última novela) es la sensación de que la Historia nos ha pasado por encima sin darnos la menor oportunidad, sin una mísera revolución que echarnos a la boca. Hemos tenido que aguantar la brasa de profesores, cantautores y políticos nostálgicos que llevan toda su vida recordando el fulgor de aquellos días en que las consignas venían envueltas en guitarras y las chicas se liberaban del sostén, un tiempo en el que eran más jóvenes, más guapos y la realidad no había sacado aún sus tristes tijeras de peluquero oficial.


¿Qué ha quedado de todo aquel maravilloso ideario chiripitiflaútico? Veamos: el plasta de Althusser estranguló a su mujer. Jane Fonda cambió la política por el aerobic. La inmensa mayoría de los chavalines que hacían pintadas con el lema aquel tan bonito de 'la imaginación al poder', subieron al poder, efectivamente, echaron tripa y olvidaron la imaginación en el coche de papá. Houellebecq ha comentado que lo mejor que dio el Mayo del 68 fue una comedia tonta de Louis de Funes.

Es una fábula que nos han contado, una trola, una payasada nostálgica en plan Cuéntame. Todos esos estudiantes melenudos que iban a quemar el mundo, que decían que debajo del asfalto estaba la playa y (como dice el poeta Muñoz Robledano) en vez de arena encontraron terreno urbanizable. Querían hacer la revolución definitiva, juntarse con los proletarios, pero sólo eran una panda de pijos hormonados que confundieron el marxismo con un botellón. Los guiaba Sartre, ese señor tan bizco que llegó a creer que el Che era un héroe de nuestro tiempo y no una camiseta. Y el primero que lo advirtió fue Passolini, cuando dijo que los verdaderos proletarios eran los policías que se enfrentaron a los bestias de los manifestantes sin causar un solo muerto: los estudiantes no eran más que estómagos agradecidos, niños bien. Lo cuenta una película italiana hermosa como la verdad: La mejor juventud.

Eso sí, hay que reconocer que los franceses saben vender lo que haga falta: queso, vino, cine gastronómico y hasta una revolución primaveral que, en realidad, era acné juvenil, el primer lanzamiento mundial de música de cantautor. El Mayo del 68 fue un éxito propagandístico en todos los niveles, hasta el punto de eclipsar por completo a la verdadera revolución de aquel año: la Primavera de Praga, cuando doscientos mil soldados y cinco mil tanques soviéticos entraron en Checoslovaquia para aplastar flores y cabezas bajo sus cadenas. Allí sí que se luchó por la libertad. Allí sí que hubo muertos de verdad. Pero, claro, ni cantaban en francés ni llevaban camisetas del Che. De Gaulle sólo tuvo que advertir a su policía que tuviera cuidado, que todos aquellos barbudos feroces, al fin y al cabo, no eran más que jovencitos en celo, tontos al sol, prole de gente bien a la que le faltaba unos años por madurar y que creía que Mao era una marca de cerveza.

(publicado originalmente en El Mundo el 11 de mayo de 2008)

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17 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Yo estuve en el mayo francés.
Yo estuve en la primavera de Praga.
Yo estuve en las manifestaciones de Washington.
Yo estuve en Vietnam.
Yo estuve en Machu Pichu por aquel entonces.
Yo estuve en Soria.
Yo estuve en Montreal.
Yo estuve detenido en Carabanchel.
Yo era Cohn-Bendit disfrazado.
Yo era Foucault disfrazado.
Qué coño, yo era Franco disfrazado
Fdo. Fernando Sánchez D... (anónimo, oculto, secreto, invisible, estatuario, como José Tomás, que tanto me debe)

12 de mayo de 2008, 10:23  
Anonymous Anónimo said...

Recomiendo para el caso la novela "París Flash back" (Byblos bolsillo) del catalán Víctor Mora, que sí fue uno de los pocos exiliados de verdad que estaba allí. Con todo y no ser su mejor obra, da una visión más que prismática de aquel happening entre condones, alergia primaveral y algún que otro porrazo. Nada que el tiempo no cure.
Ricardo C. de M.

12 de mayo de 2008, 11:09  
Anonymous Anónimo said...

Yo sí que estuve en todos esos sitios y no te vi, Fernando. Deja los canutos que lo de viajar sin salir de casa ya no se lo cree nadie.

Lo peor de mayo del 68 es la brasa que dan algunos con los textos sobre la nostalgia y mayo del 68. Se lo digo yo, que me pasé un año entero editando textos sobre mayo de 68 y la nostalgia firmados por un señor que, por supuesto, no estuvo allí.

Javier Blanco Urgoiti.

12 de mayo de 2008, 11:12  
Anonymous Anónimo said...

Bueno. Esto no tiene nada que ver con su artículo, o sí. Pero sepa que esta mañana, después de darme un paseo extraordinario con un amigo del alma, que ha tenido la gentileza de sacarme a pasear y no sé si de salvarme la vida, que seguro ambas cosas, y ya van dos, si se recuerda, me he ido a la cola del paro.

Al ver la velocidad de sellado de demandas de los versátiles funcionarios, a eso de las 10:30 he decidido que les den, que para lo que vale el puto papelín pues me vengo otro día con la última edición de Guerra y Paz y así le saco algo de provecho a la mañana. Que más valiera que los que esperan y los que sellan se cambiasen de bando, a ver si así mejoraba la cosa. Y me he subido -continuando el glorioso paseo matinal- a casita.

Decirle que me he entizado con sus niños hasta la última hoja y que soberbio, maestro, soberbio. Y que se me ocurre que no debería usted demorarnos mucho las aventuras del señor ESteban y que, si le parece, por aquello de completar la rehabilitación, podría contarnos lo que le pasó, poco después, cuando recibió carta de su amigo Chamaco.

Gracias.

Esunaideaconsidérela García

12 de mayo de 2008, 11:52  
Anonymous Anónimo said...

Coincido con el Sr. García. Estamos ansiosos por conocer más detalles acerca de las peripecias de Roberto Esteban. Ya sé que es pedírselo muy pronto y que no es cosa de hoy para mañana pero, por favor, no se nos demore usted demasiado.

Sr. Torres, se debe usted a su público. Que lo sepa. Queremos de saber.

Abrazos,
Pedro de Paz

12 de mayo de 2008, 12:17  
Anonymous Anónimo said...

Por lo menos a vosotros, oh cuarentones, os pasó la Historia por encima. A nosotros, oh mindundis, la Hsitoria nos la escondieron en un libro de Anaya y nos dejaron la revolución Pokemon. Hip, hip.

12 de mayo de 2008, 13:40  
Blogger Nostromo said...

Totalmente de acuerdo con su escrito, buen amigo David.
A los "niños de tiza" se nos negó una revolución, porque la que se produjo en los años en que nacíamos o apenas andábamos a gatas fue prostituida como toda buena revolución. Esa es una de las características de las insurrecciones ideológicas: utilizar los ideales de unos cuantos pringaos para convertirlos en carne de cañón y hacerle el servicio a los carroñeros que siempre sacan beneficio de tales acontecimientos. Tenía yo un amigo comunista, de los de Carrillo, en la facultad a finales de los ochenta (tiempos también algo turbulentos en las aulas si vuesasmercedes bien recuerdan) y me decía, en honor a esa amistad, que, pese a mi no militancia, sería bienvenido en una futura revolución. Ahora bien, al día siguiente de la victoria, sería llevado al paredón y fusilado en aras de ese triunfo, si no tenía yo mayor inconveniente.
Los niños de tiza nos quedamos. pues, sin exaltación revolucionaria y alguno nos la tuvimos que buscar lejos, para contar algo a los nietos, más que nada. Yo lo hice en Rusia, recién caída la URSS y viví los acontecimientos de la revuelta del Parlamento contra Yeltsin. Estaba allí, a pie de barricada, con unos ojos como platos, pero tuve la sensatez de no subirme a ninguna. En el momento álgido de esos sucesos de octubre de 1993, tuve a bien perderme el follón mayor por un exquisito plato de patatas estofadas (no de lentejas) con el que mi ex mujer rusa me engañó y probablemente me salvó la vida.
Todos mis idearios revolucionarios se perdieron entre el tufo a pólvora y cadaverina del día siguiente.
No somos nadie. Bueno sí, niños de tiza. Me encanta esa caracterización.

Un abrazo, camarada.

Nostromo

12 de mayo de 2008, 15:46  
Blogger Nostromo said...

PD. Ardo en ganas en verme con usted, Dios mediante, la semana próxima en Madrid, para que me firme un ejemplar de su libro al calor de unos buenos guisquies. Estoy llegando este sábado de Montevideo.
Salud

12 de mayo de 2008, 15:48  
Anonymous Anónimo said...

La canción de Victor Manuel no sólo es una muestra de la torrija ideológica de estos progres de mierda que se dedicaron a chupar teta de unos hasta que llegó la hora de chupar polla a los otros. Lo peor es que, como todo el resto de la "producción" (sentido marxista) de este soplagaitas, la canción es una puñetera braga.
Lo único bueno que hizo V. M. fue esa canción que habla de dos subnormales que van juntos de la mano: quizá sea autobiográfica.

12 de mayo de 2008, 16:23  
Blogger David Torres said...

Cartujo, qué mal pensado.

Nostromo, yo también ardo. Hizo Vd. bien en cambiar la revolución por las patatas: es lo que hicieron Fidel, Mao, Lenin, etc.

Amigo Pokemón, no se queje, que a Vd. no le han dado el coñazo.

Don Pedro, Esteban está hibernando. No desestimo una tercera salida porque me tienta la trilogía.

Galileo García, eppur si muove.

Javi, no jodas que tú no habías nacido. A no ser que se considere viaje los trayectos en espermatozoide.

Ricardo, Víctor Mora se inventó al Capitán Trueno por algo. Ahora lo sabemos. Gracias.

Fernando, lo sospechábamos.

12 de mayo de 2008, 16:49  
Blogger Loren said...

Gran película La mejor juventud, sí señor, lástima que pasara tan desapercibida (aunque estuvo varios meses en los Conde Duque)

Llevo la mitad más o menos de las aventuras de Roberto Esteban; es que alterno su lectura con La mujer difícil y Juventud sin Dios (le recomiendo la segunda vivamente, ya que la primera sé que la habrás leído como buen seguidor de Irving)

Un fuerte abrazo.

12 de mayo de 2008, 17:14  
Anonymous Anónimo said...

La trilogía es una las mejores formas de redondear una saga literaria. No nos deje usted con la miel en los labios.

Concluya esa saga y terminela con Roberto Esteban retirado en el Caribe, viviendo la Dolce Vita de las rentas tras haber dado un pelotazo de cojones tangando a un mafioso tailandes (como su pez luchador)

For example.

Abrazos,
Pedro de Paz

12 de mayo de 2008, 17:46  
Blogger Hutch said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

12 de mayo de 2008, 20:22  
Blogger Hutch said...

A mi parecer, lo que nos queda del mayo 68 después de cuarenta años es mucha confusión, resultonas postales fotográficas en blanco y negro, y unos cuantos pensadores que vivieron de las rentas con posterioridad (a propósito, las memorias de Althusser merecen la pena). Si tuviera que elegir algo de ese año, me quedaría con la música y la letra de "All along de watchtower" de Bob Dylan, quien desde su atalaya todavía por ese tiempo acertaba a diagnosticar, muy a su pesar, el signo de los tiempos:

"«Debe haber alguna forma de salir de aquí»,
dijo el bufón al ladrón,
«Hay demasiada confusión,
no encuentro consuelo.
Hombres de negocios se beben mi vino,
labradores cavan mi tierra,
ni uno sólo de ellos en su especialidad
se da cuenta de lo que eso vale».

[...]

A lo largo de la torre del vigía
los príncipes vigilaban el panorama,
mientras todas las mujeres trajinaban.
Los sirvientes descalzos también lo hacían.

Afuera a lo lejos
un gato montés gruñía,
dos jinetes se aproximaban.
El viento empezó a aullar."

Saludos.

12 de mayo de 2008, 20:26  
Anonymous Anónimo said...

Angelus, que maravilla de evocación. "All along the Watchtower". Tres acordes (Lam - Sol - Fa) repetidos ad eternam. No se necesita más para componer una maravillosa canción.

¡Joder!, como mola este blog. Y la gente que por él pulula. :-)

Abrazos,
Pedro de Paz

12 de mayo de 2008, 21:27  
Blogger Hutch said...

Pedro de Paz, gracias por el cumplido, pero tú sabes que el mérito no es mío, sino del genio de Minnesota (a ver para cuándo el segundo volumen de sus memorias).
Saludos.

13 de mayo de 2008, 19:22  
Anonymous Anónimo said...

Pero Fernando, parece mentira. ¡No te das cuente de que ni siquiera José Tomás va a poder sacar la fiesta de la crisis acojonante en la que está? Con corridas como las que se están viendo esta temporada ni puta falta que hacen antitaurinos. Debajo de los adoquines no estaba la playa porque como bien sabemos ahora solo hay socavones y tuneladoras. Lo realista no es pedir lo imposible, ya tenemos bastante con conseguir unas migajas de lo posible. Y, "dosdemayeando" un poco, y con permiso de Pepe Botella, si Manuela Malasaña viviera hoy, para mí que sería okupa.

17 de mayo de 2008, 12:28  

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