l Tropezando con melones - Blog de David Torres: De trenes, osos, rusias e idiotas

David Torres, escritor, guionista y columnista

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sábado, 1 de noviembre de 2008

De trenes, osos, rusias e idiotas

Hay dos frases en Transsiberian, la última película de Brad Anderson, sólo por las cuales merece la pena pagar los siete eurazos de la entrada. Una la dice Ben Kingsley, el policía ruso, cuando le preguntan si no prefiere la Rusia de ahora a la de antes: 'Antes vivíamos en la oscuridad' dice Kingsley con inflexiones shakespereanas, 'ahora morimos a la luz'.




La otra es sutilmente antagónica y tiene lugar en medio de una juerga de vodka en el vagón restaurante del tren. Uno de los rusos borrachos se levanta el jersey y muestra el costado marcado de cicatrices. Entonces un anciano se remanga y enseña el antebrazo tatuado con un número. '¿El Gulag?' pregunta el turista americano. El anciano asiente con una sonrisa indescriptible, cuajada de arrugas. '¿Por qué lo metieron allí?' 'Por escribir poesía' responde otro de los rusos. Y añade: 'Mira, para saber algo sobre Estados Unidos, lees un libro. Para saber algo sobre Rusia, coges una pala'.

No voy a dar detalles sobre el argumento, tenso e impecable. Baste decir que ayer Mijangos y yo nos metimos al cine de rebote, después de que nos fallara una comedia de Monicelli en la Filmoteca. No teníamos muchas ganas de ver Transsiberian, sobre todo después de la estúpida campaña de promoción televisiva, una de las más tontas que recuerdo. Sin embargo, yo había visto dos películas anteriores de Brad Anderson, ambas de terror y ambas excelentes: Session 9 y El maquinista. La garantía de tener a Ben Kingsley en el reparto bastó para decidirnos y, la verdad, no nos arrepentimos.

Hay películas que hacen soñar con visitar algún día los lugares donde se rodó. Transsiberian no. Transsiberian da mucha ganas de no ir a Rusia. Nunca. Jamás. En la puta vida. Ni de broma. No sólo por el frío, los malos modos policiales, la miseria generalizada, la brutalidad, la tristeza. El Transiberiano es como una cárcel con ruedas. Los retretes están atascados. Las ventanas no pueden abrirse. Las azafatas parecen haber estudiado el oficio en Kolimá. No nos extrañó que la película estuviera rodada en Lituania y en China, porque de haber sido rodada en la auténtica Siberia y Putin o su clónico sucesor hubiera visto los resultados, probablemente ahora habría que verla con ayuda de una pala.

Más que los actores, extraordinarios todos ellos, el auténtico protagonista de la película es el tren, esa larga cinta de ruedas y raíles que cruza la inmensidad de la nieve, y el opresivo silencio de un espacio en blanco que no es Asia ni Europa sino todo lo contrario. Siete mil ochocientos y pico kilómetros de nada absoluta. Ben Kingsley se merienda literalmente la pantalla en todas y cada una de sus apariciones hasta el punto de que Mijangos exclamó: '¿Pero qué le ha pasado a Gandhi?'

Ahora bien, la auténtica columna vertebral de la película es Emily Mortimer, una actriz maravillosa que encandila desde las sombras, no desde la luz. Eduardo Noriega demuestra que, al contrario que el baloncesto, el cine español necesita del exilio para que sus pivots crezcan. Su personaje es una muestra sutílisima de atracción sexual y dobladillo maligno, una recreación mucho más compleja y matizada, por ejemplo, que el torpe mazacote por el que le dieron el Oscar al Bardem, un actor que lo hubiera merecido más por cualquiera de sus otras actuaciones en vez de ese papel de asesino que podía haber incorporado perfectamente una pata de jamón con una peluca.

En cuanto a Woody Harrelson, es admirable cómo sigue empeñado en pasar a la Historia como el tío más tonto del séptimo arte. Ni Mijangos ni yo podíamos imaginar a nadie, actor o no, que hiciera creíble el rol de marido tonto de la baba con el que Harrelson complementa a Mortimer y suaviza la película. Su colección de idiotas fílmicos es sencillamente admirable: no puedo recordar una sola película en la que Woody Harrelson no haya hecho de idiota. Fue el asesino a sueldo idiota de No es país para viejos, el sargento idiota de La delgada línea roja, el editor porno idiota de El escándalo de Larry Flint, el marido increíblemente idiota de Una proposición indecente, el asesino en serie idiota de Asesinos natos (película realmente idiota donde las haya) y otros idiotas que se me olvidan.

No en vano, Harrelson empezó su oligofrénica carrera en la serie Cheers, arrebatándole el papel de idiota a un pobre hombre que tenía todas las papeletas para ganarlo. Decepcionado por aquel segundo puesto, el aspirante acabó dedicado al cuidado y contemplación de osos salvajes en Alaska hasta que acabó en el estómago de uno. Werner Herzog filmó su historia en el impresionante documental Grizzly man. La verdad es que el pobre hombre (rubio, alto y dicharachero) se parecía muchísimo a Woody Harrelson.

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28 Comments:

Blogger Galina said...

Pues quedarse con esa idea tan tópica de Rusia por causa de esa película americana, es equivalente a pensar que los españoles en la guerra civil de 1936 llevaban cananas y cartucheras de balas alrededor del pecho, sombreros mexicanos, y que cada dos por tres gritaban: ¡ándale, órale, comeros ya a esa burrita que cazamos que tenemos que cruzar el Ebrote weys!; tal y como se puede ver en muchos "films" de la misma nacionalidad, incluyendo "Por quién doblan las campanas".
Besos y dasvidanya.

1 de noviembre de 2008, 18:34  
Blogger Nostromo said...

¿Y cuál es tu idea de Rusia, Galina? (Tu nombre es ruso, pero no te veo yo tal)

1 de noviembre de 2008, 19:58  
Blogger TortugaBoba said...

La segunda frase a la que haces alusión es genial sin lugar a dudas. No he visto el filme pero tengo ganas, y sobre todo después de leer tu crítica. A E.Noriega lo daba por perdido un poco, y es curioso que se crezca como cuentas. Claro que al lado de Ben, hay que hacer un esfuerzo, qué tipo tú. No sé si Pe se crece igual en "Elegy", película que no me apetece ver aún. En cuanto a Woody Harrelson, agradecerte tu reflexión sobre sus papeles cinematográficos. No me había parado a pensar en ellos y sí, tienes toda la razón. Este actor es que no termina de despuntar por ningún sitio, y mira que lo intenta. De hecho acabo de ver hace una escasa hora "no es país para viejos", y sí, Bardem sale con muy mala cara, cara de chalao perdido, pero tampoco es para tanto (y Woody, pues en su línea habitual). Ya en su día no entendí su goya por "boca a boca". Ya no sé si sé algo de cine, o soy directamente una ignorante cinematográficamente hablando.
Beso.

2 de noviembre de 2008, 4:25  
Anonymous Anónimo said...

¿Va en serio que el tipo colgado y bobalicón de Grizzly man iba para actor en Cheers? Ni idea... Es cierto que se daban un aire. Pero de todos modos, a mí me dio la sensación de que al tipo aquel le daban lo mismo los osos que los mapaches, y que lo que verdaderamente le importaba era la cámara, así como su pequeña y ridícula fama en internet... Se podría escribir un cuento sobre qué le habría sucedido a Harrelson con los osos de Alaska y al tipo aquel de la cámara al hombro con una carrera cinematográfica repleta de idiotas...


Dan

2 de noviembre de 2008, 9:42  
Blogger Gabiprog said...

Se podría escribir un libro (o varios) solo comentando los metodos para promocionar peliculas...

Yo tampoco me arrepentí de haber gastado los 7 euros.

Saludos.

3 de noviembre de 2008, 16:12  
Anonymous Anónimo said...

Mucho mejor esta entrada que la de Sibelius.

3 de noviembre de 2008, 18:32  
Anonymous Anónimo said...

Lo tuyo es más Siberia que Sibelius, jejeje

3 de noviembre de 2008, 18:34  
Blogger David Torres said...

No sé, Galina, es verdad que no conozco personalmente el país. Mi máximo de viaje hacia el este es Bialowieza, en la frontera de Polonia con Bielorrusia. Pero por lo poco (o mucho) que he leído sobre Rusia y lo mucho y malo que me han contado los amigos que han vivido allí, no difiere mucho de la Rusia de Brad Anderson.

Nostromo, manifiéstese, que Vd. pasó diez años en Rusia.

Tortuga, no creo que sea ignorante, o en todo caso, no más que yo.

Dan, lo cuenta directamente Herzog en Grizzly Man. El hombre perdió el papel de camarero idiota y se dio a la bebida. Luego se dedicó a los osos y a hacer de salchichón.

Cierto, gabiprog.

En cambio, Juan, su comentario es tan vacuo y tan imbécil como el que dejó Vd. en la entrada de Sibelius. Esfuercese más o me veré obligado a censurarle a partir de ahora. En especial, hágase mirar esa risita de "jejeje". Es digna de Woody Harrelson.

3 de noviembre de 2008, 20:28  
Anonymous Anónimo said...

Pues, sinceramente, a mí no me parece nada imbécil el comentario que escribí sobre lo de Sibelius. Pero oye, si nos vamos a poner desagradables por tan poquita cosa, pues lo olvidamos y punto.

3 de noviembre de 2008, 21:07  
Anonymous Anónimo said...

Es verdad David, se le quitan a uno las ganas de acercarse por esas tierras, o incluso de viajar en tren, y eso que me gusta lo suyo. Qué angustia por Dios, qué desolación. Y el papel de tonto del bote de Harrelson para mí que no hace sino sumar tensión, de tan a por uvas que parece estar siempre el tío en medio de tal fregao.
Recuerdo a medias otra frase que también me gustó, de Kingsley, que decía de forma bastante premonitoria algo así como aquí con las mentiras se puede llegar muy lejos, pero lo que no se puede es volver.

Sobre el post del otro día, de Sibelius, darte la enhorabuena una vez más. Por mi parte sigo sumando hallazgos. No conocía su música pero estuve escuchando la quinta por Internet y me alegré mucho de hacerlo.
Carlota

3 de noviembre de 2008, 22:49  
Blogger Nostromo said...

Estimado David, no fueron diez años, sino casi ocho, pero bien sabe usted la impronta que esa experiencia, en dos etapas, dejó en mí. Con esto me dirijo también a Galina.
Mi primer recuerdo de Rusia lo recibo de mi lectura de Miguel Strogoff, siendo un niño y en España. Esa Rusia romántica me esperaba cuando llegué allí. Como también la Rusia del "Gran Juego" entre rusos imperiales y británicos colonialistas cuando viajé por Asia Central, o la de Hadji Murat de Tolstoi, en mis idas (y vueltas, gracias a Dios) a Chechenia y el Cáucaso. La Rusia de los Cosacos sobre el Don y el Volga (¡qué inmenso!) También la Rusia de Pasternak, Esenin, Pushkin, Dostoievski y muchos otros.
Pero he de concertar con usted, buen amigo, que también sentí y sufrí esa otra Rusia a la que parece aludir esta película que no ha llegado aún a las carteleras uruguayas. La Rusia de los viajes interminables en tren, con peleas a cuchillo y arbitrariedades sin límite de los supuestos guardianes de la ley. La Rusia de las comisarías lúgubres, con borrachos que no sólo estaban tras las rejas y que también viví personalmente. La Rusia de la mafia que ennegrecía si cabe más la nieve manchada de polución de Moscú. la Rusia de la Lubianka, que hasta el último día provocó en mí un estremecimiento al pasar junto a ella. La Rusia de la residencia de estudiantes en la que viví un tiempo y en la que más te valía perder tu acento extranjero cuanto antes.
Muchas Rusias negras... aunque ahora, pasados casi cinco años desde que la dejé, todas ellas me parecen sólo la cara oscura de una luna que me sigue cautivando, pese a todo.

Un abrazo

Nostromo

4 de noviembre de 2008, 2:02  
Anonymous Anónimo said...

"...Pues, sinceramente, a mí no me parece nada imbécil el comentario que escribí sobre lo de Sibelius..."

Ya. La cuestión es que son los demás los que deben expresar su opinión acerca de lo que usted escribe para que ello tenga o no fundamento. Lo que usted mismo decida opinar acerca de su propio ombligo y la valoración que de ello pretenda extraer es del todo irrelevante si no lo refrendan terceras personas. Narcisismo se le suele llamar a eso.

Y sí. A mí también me pareció imbécil. El comentario.

4 de noviembre de 2008, 9:29  
Anonymous Anónimo said...

A nosotros también nos pareció imbécil.

Fdo: Sres. de Sibelius

4 de noviembre de 2008, 10:40  
Anonymous Anónimo said...

Anónimos: la cuestión es que David escribe sobre lo que "sí" sabe. En ese caso Sibelius. Sólo basta sentir la pasión que emana de ese escrito para darse cuenta. Claro, para ello hay que saber leer.

Otro anónimo, pero sin almorranas que le hagan decir gilipolleces

4 de noviembre de 2008, 11:21  
Anonymous Anónimo said...

Pero el comentario de Juan propició una respuesta de Javier que, incluso a mí, me pareció que daba en el clavo (por lo que dijo y por lo que se intuía razonando que era mucho). No todo es negativo en un comentario desafortunado.

Dodot.

4 de noviembre de 2008, 13:03  
Anonymous Anónimo said...

David, es usted más susceptible que un escritorcillo de regional preferente. No se pique, hombre, no se pique, que lleva usted años jugando en primera división, y ha de mirar el mundo de los amateurs con mayor indiferencia y sobrado de inquina. Deberían gustarle las malas críticas, tanto o más que las buenas. Ya lo decía Dominguín.

5 de noviembre de 2008, 12:20  
Anonymous Anónimo said...

POr lo que a mi respecta el comentario de Sibelius me parece extraordinario, con la salvedad de que olvida, amigo David, que el magnífico director de orquesta Sir Thomas Beecham, amigo de Sibelius, afirma haberle no sólo visto la partitura de la octava sino escuchado fragmentos al piano. Es más parece que estuvo en tratos para estrenarla en Londres.

Por otra parte, y con todas las disculpas posibles para este pobrecito veedor, la película esa del tren me pareció un divertimento agradable o una estupenda peli de serie B. Pero si la pasáramos a categoría A, sencillamente es una peli llena de tópicos donde de entrada, y como siempre, los americanos son tontos del culo, los rusos unos matarifes y los españoles unos robaperas en los que no se puede confiar. Que hay frases brillantes, bueno, es de agradecer, pero a mi me parece que el Noriega no lo hace peor que el Bardem, tan solo porque para una vez en su vida actúe no vamos a darle el oscar, digo yo, sino una palmadita en el hombro y basta. Sobre el Gandhi, que ya me gustaría verle fuera de tantos papeles de malo pensante o de profe estupendo, que en el fondo son papeles de fácil manejo, y que lo de la chica es que a usted, amado David, las mozas de buen ver le pierden, reconózcalo.

Para mi un seis: entretenida y discreta. Y sigo pensando que 7 euros es un robo, pongan lo que pongan.

Comosiempreasuspies García

6 de noviembre de 2008, 16:02  
Anonymous Anónimo said...

Ofrezco mis más sinceras disculpas por la descarada intromisión, pero quizá esta información pudiera ser de interés para alguno de los asiduos a este blog.

Un abrazo,
Pedro de Paz

7 de noviembre de 2008, 10:52  
Anonymous Anónimo said...

Saliéndome por la tangente le pregunto David...¿Qué te parece Amis? ¿Perro Callejero? ¿Campos de Londres? Abrazos.

7 de noviembre de 2008, 18:42  
Blogger David Torres said...

Debo comentar en primer lugar que el blog anda atascado, otra vez. Disculpas.

No voy a seguir la discusión sobre Sibelius.

Gracias, Carlota.

Gracias también, Juan. Tengo ganas de oirle contar sus historias uruguayas, con unas cervezas delante.

García, de acuerdo con Vd. en cuanto a los 7 euros. En desacuerdo con todo lo demás. Emily Mortimer está lejos de ser lo que yo llamo una moza de buen ver, pero me resultó una actriz superlativa. Y su papel no es nada gilipollas, a pesar de ser americana. Lo malo de los tópicos, como decía un profesor mío, es que los tópicos existen.

Se le excusa, don Pedro.

Martin Amis me parece un escritor fabuloso, en especial Campos de Londres, Dinero y Koba el temible. Perro callejero la estoy leyendo ahora y me decepciona un poco.

7 de noviembre de 2008, 22:00  
Blogger Nostromo said...

Mi buen amigo. Finalmente viajaré el 28 de noviembre, Insh´allah, a España. Aunque tengo casi dos semanas de cónclaves por el trabajo, habrá sin duda ocasiones varias para brindar por nuestras venturas y desventuras pues mi vuelta está prevista para el 31 de diciembre.
Un abrazo

Nostromo

9 de noviembre de 2008, 21:47  
Anonymous Anónimo said...

Señor Torres, ya sé que no viene a cuento de esta entrada en el blog, así que pido disculpas de antemano por perturbar el funcionamiento lógico de todo esto. Acabo de leer su novela "El mar en ruinas", que cogí por ser aficionada a esto de la cosa griega. Le alabo el par de huevos que hacen falta para cogerle el testigo a Homero, nada menos, y opino que no le ha salido mal la cosa (y esto es un piropazo). Siempre pensé que "La Iliada" empezaba y acababa "in medias res" porque era la única manera de conseguir que fuese posible algo tan contradictorio como la belleza de la guerra: con la perfección de los colores primarios, los cascos reflejando la blancura cegadora del sol, el azul del mar, la sangre roja corriendo a raudales...Usted se ha metido hasta el cuello en lo que viene después, y que desde luego no es fácil (ni agradable) de explicar. ¿De qué color es el vómito, la pus, la carne gangrenada? Y las cenizas ¿son grises, como siempre se ha dicho, o blancas, o negras? Y eso por no hablar de las cosas que no se ven…
Que me ha gustado su novela lo prueba el que la he terminado. No me entienda mal, no es que tenga problemas para terminar los libros, pero es que últimamente, y por circunstancias que no viene al caso contar, estoy algo sensible y huyo de la televisión en general, y de las noticias en particular. Así que si me he tragado ese telediario micénico que es (entre otras cosas) “El mar en ruinas” es porque había algo bueno dentro, por lo que le doy las gracias.
Creí que ya no me quedaban más lágrimas por Héctor, pero me equivocaba. Ahora su sonrisa antes de morir ha vuelto a perseguirme. Y esto, señor Torres, ya no sé si agradecérselo.
P.S. Ahora voy a leer “Nanga Parbat”, aunque el tema me es más ajeno. No llego a los extremos de mi abuela, que cada vez que oía la noticia de algún montañero perdido o muerto gritaba indignada: “Vamos a ver, esa gente ¿por qué no se queda en su casa?”, pero ahí le ando.

11 de noviembre de 2008, 1:09  
Anonymous Anónimo said...

Hay que ser cabron...una pata de jamon con peluca!! Me he tenido que descojonar, pero no puedo estar mas en desacuerdo. Bardem, un actor de los que nacen pocos (los monstruos de la interpretacion que lo admiran no pueden estar equivocados) esta que se sale en la de los Cohen. Un papel asi no es facil de tratar sin caer en topicos, y la cara de hijoputa, esos ojos perdidos en los que se puede ahogar uno, no tienen precio. Ni siquiera el de un oscar.

Por lo que resta, me quedan ganas de ver el Transiberian, que aqui en Nueva York no tuvo muy buenas criticas, y aunque no suelo guiarme por ellas, tampoco gasto los 11 pavos que sangran con frecuencia teniendo un proyector en casa

Saludos,

Alberto

11 de noviembre de 2008, 4:48  
Blogger David Torres said...

Alberto, coincido con Vd. en que Bardem es un gran actor. Un monstruo no, un monstruo es Anthony Hopkins que compuso al malvado definitivo del séptimo arte. Tampoco estuvo mal el Bill el carnicero de Daniel Day Lewis. El totem indio de Bardem a mí me da la risa.

María, muchas y sinceras gracias. Esa novela me costó, entre intermitencias y guadianas, diez años de vida. No creo que vuelva a verme en otra igual, en todos los sentidos.

Nostromo, qué gran noticia. Voy poniendo el vino en remojo.

11 de noviembre de 2008, 8:58  
Anonymous Anónimo said...

Hola David,

Mi comentario se refiere a otro post, pero me temo que no lo leas si lo publico en los "comentarios" del susodicho.

Es respecto a Naipaul y Pamuk. Si tu me lo permites, te recomiendo que leas "El masajista místico" (al menos ese es el título en francés que es el idioma en el que yo lo he leido, no sé cual será en español) y ya me dirás que te parece. Yo creo que te gustaría mucho.

Abrazotes

12 de noviembre de 2008, 16:41  
Anonymous Anónimo said...

(Soy el de antes). Se me olvidaba decir que el libro que te recomendaba ("El masajista místico") es de Naipaul

12 de noviembre de 2008, 16:42  
Anonymous Anónimo said...

No tenía mucha fe en esta película, pero su prosa me ha convencido.

Por cierto le invito a mi recién nacido blog: The Human Jungle.


Puede llamarme Sam.

12 de noviembre de 2008, 21:09  
Anonymous Anónimo said...

Bueno, para cabron del Day Lewis prefiero el de la soberbia Pozos de Ambicion, eso si es hacerse el culo cocacola. Y que decir de Hopkins, pero recuerde que este supera a Bardem en unos 40 tacos, dele tiempo al compatriota. Me juego el pulmon de los porros a que estara en el cielo de la interpretacion en menos tiempo del que cree.

Saludo,

Alberto

13 de noviembre de 2008, 8:00  

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